miércoles, 1 de julio de 2009

Entre la Web “Semántica” y Volver al Futuro

Estaba navegando por la Web y me crucé con una nota que anunciaba la construcción de Internet 3.0, o “Web Semántica”. Sin querer, mientras paseaba un poco por la nota recordé una escena de Volver al futuro 2. Están por cenar en familia esperando a Jennifer (la novia en el presente y esposa en ese futuro de Martin Mc Fly, protagonista del film) cuando suena una llamada telefónica o videollamada. Los hijos del matrimonio le avisan al personaje principal –Martin de adulto- que lo llama un compañero de trabajo. Los dos al mismo tiempo le advierten sobre la llamada. Es que ambos jóvenes tenían anteojos que eran televisor (en los que se podía ver “sólo” dos canales al mismo tiempo, como ya se había quejado el hijo de Martin) y teléfono. No me extrañó la idea de unos anteojos / televisor / teléfono, sino el motivo de su existencia. Lejos de ser algo que no pudiese hallarse hoy (hay accesorios para celulares que son anteojos / manos libres, con los que el anteojo en si mismo sirve para hablar por teléfono) me pregunté hasta dónde se fusionarían los artefactos que no fueron ideados para ese fin. La Web 3.0 estaría pensada para integrar todo a Internet, desde la heladera, los anteojos, el celular hasta los mismos electrodomésticos de la casa, como el equipo de música. Todo estaría conectado a Internet, y también entre sí. El apodo “semántica” lo recibiría por ser capaz de realizar búsquedas y entregar resultados en lenguaje coloquial. Un ejemplo, le pediríamos a Internet (podría ser escrito o en forma verbal) que nos encuentre un sitio para ir de vacaciones en función de nuestro presupuesto, cantidad y edad de los integrantes de la familia y gustos, y la Web nos devolvería no links a otros sitios relacionados ya, sino directamente la información que buscamos, algo así como “vaya a tal lugar y hospédese en el hotel tal y le va a salir tanto”. La integración de la red –supuestamente- hará que los aparatos se comuniquen entre ellos y hasta se diagnostiquen sus estados. Y me imaginé que entonces si es todo cierto lo que vaticinan los especialistas podría pedirle a la heladera que me organice las vacaciones, o al equipo de música que se conecte a la heladera para que me compre un pollo en el mercado on-line, o a la plancha que se conecte al equipo de música y me descargue de la red un tema de música caribeño. Quizá sea yo demasiado antiguo para soportar tal confluencia de tecnologías y para mí sea que el teléfono sirve para eso, y, en una de esas, para algo más. Pero la integración que plantean los especialistas sobre la Web 3.0 excede las ideas futuristas de Volver al Futuro. En las palabras de los directivos de Microsoft es posible que en el futuro Internet sirva para todo. Y Mafalda contestaría que “nada sirve para todo”, en respuesta a Felipe quién había dicho que “todo sirve para algo” cuando encontró en la calle una tuerca. Y esos mecanismos que se están implementando para que la Web sirva para todo y esté en todos lados me recordaron el futuro gris de uno de los finales de “La supercomputadora” de la colección Elige tu propia aventura (libros de múltiples posibilidades para niños) en que el autor describe que los seres humanos terminarían haciéndolo todo mediante el uso de un botón. Vivirían conectados a las computadoras y éstas mediante robots suplirían todas sus necesidades. Actualmente se pueden conseguir heladeras que detecten lo que les falta (de lo que programamos, por supuesto) y lo pidan directamente al supermercado, haciendo que el pedido llegue a la puerta de nuestros hogares, sin movernos y sin tener que recordar que falta queso. Es que ya no sólo las fronteras de los países son móviles, y las multiculturalidades complejas, sino que la experiencia misma de los usos que le damos a las cosas se empieza a desdibujar, fusionándolo todo. Es posible que acepte que lleguen a mi teléfono celular mensajes de campaña política sin que los haya pedido, y sólo deba borrarlos; y encuentro también lógico que el actual presidente de los Estados Unidos, Barack Obama haya hecho campaña política mediante el uso de la red social Facebook; pero seguro saltaré del susto cuando la multiprocesadora me cuente los proyectos de ley impulsados por Aníbal Ibarra. En este contexto imaginario mi abuela se refugiaría dentro del placard, jurando que la casa esta maldita. En vistas de la Web “semántica”, que nos resolvería todas nuestras inquietudes con respuestas “adaptadas” a nuestra forma de pensar y nos conectaría con todo -y a todo entre sí- unos anteojos / teléfono / televisor no parecen una novedad. ¿Llegará entonces el día que Internet se “dé cuenta” de mi forma de pensar y mis creencias y vote automáticamente por mí? Y siendo así, con todas nuestras necesidades resueltas por un botón (con la E que simboliza al Microsoft Internet Explorer), ¿cómo no desesperar si se corta la luz?

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