lunes, 29 de julio de 2013
Vivir sobre ruedas
Cuando
uno toma una decisión siendo sólo una niña, la vida se vuelve más complicada,
pero sin dudas, apasionante. Esa es la historia de Micaela Magliocco, una joven
promesa deportiva de tan sólo 19 años.
Con
tres mundiales en su haber, e infinidad de campeonatos nacionales, hoy se ubica
como la representante argentina de Patín Danza en el mundo.
El
patín artístico si bien es un deporte muy practicado en este país, no tiene una
amplia trascendencia a nivel mediático. La mayoría de mundiales sólo se los
puede ver por alguna página de internet que administran las mismas ligas, por
lo que para una patinadora en Argentina, le es muy difícil lograr el
reconocimiento de la gente, y principalmente, el apoyo económico de las
instituciones que amparan las carreras deportivas.
El
camino para llegar a donde se ubica hoy, no le fue regalado. Su familia tuvo que
sustentar económicamente el comienzo de su carrera profesional. En este deporte
en particular, la mayoría de torneos son en el exterior, por lo que los gastos
se iban acrecentando año a año. Sudamericanos en 2009 en Chile, en Paraguay y
Colombia en 2010, fueron algunos de los campeonatos que corrieron 100% por
cuenta de sus padres. Los gastos crecían y, estando en el auge de su camino a
ser una profesional, era impensable dejar de invertir.
A
fines de 2010, después de casi un año entero de buenos logros, evaluó para su
primer mundial en Portugal con sólo 16 años. Quedó posicionada 14°, teniendo
arriba a chicas quizás no tan buenas, pero sí con muchos años de experiencia.
“Derecho de piso, yo no era nadie”, sintetiza.
Si
bien premios y reconocimientos, abundan en el camino recorrido por Micaela
durante estos años, un momento clave fue el 6 de octubre, cuando volvió a
viajar a Nueva Zelanda, donde se realizó el tercer campeonato mundial al que
asistió. Sorpresivamente para todos, obtuvo medalla de bronce, primera obtenida
por una persona latinoamericana en la modalidad Patín Danza.
“Para
comienzos de 2012, la secretaría de deporte de la nación decidió darme una
beca, por primera vez en mi modalidad, porque estaba obteniendo buenos
resultados de a poco y querían apostar con lo que podría llegar a ser mejor, o
al menos todos esperábamos eso”, explica Micaela.
Ya
pasaron casi dos horas desde que comenzó a entrenar, ella inmutable, se desliza
sobre los patines como si flotara por el aire. El tiempo parece no correr, sin
embargo, el sol ya no penetra por los grandes ventanales del club Don Bosco.
Hace frío, pero el cansancio y la pasión que la joven deportista le pone a lo
que hace, genera un clima cálido y ameno, en el que se destaca la luz de su
mirada y lo rosado de sus mejillas. Se sienta en un banco a tomar agua, y con
una enorme sonrisa me pregunta si estoy cómoda, le respondí que sí y le
pregunté por ella:
—
¿Y vos cómo estás?
—
Yo estoy feliz, estoy patinando.
Desde
que comenzó a competir en grandes ligas, sus entrenamientos no sólo abarcaban
cada vez más tiempo de sus días, sino que el esfuerzo y el desgaste físico era
mucho mayor, lo que le dejaba poco margen para el ocio. Quizás ya más de
grande, sus amigos pueden entender un “hoy no puedo, entreno” o un “tengo que
descansar, mañana compito”, pero cuando sos una nena y tus amigas no tienen más
de 15 años, se complica mantener relaciones con personas de tu edad pero con
una realidad completamente distinta. Micaela cuenta que cuando era más chica y
estaba en edad escolar, mientras todos pactaban encuentros para la salida de
clases o bien, para un fin de semana, sus respuestas siempre se limitaban a
explicar que no podía porque debía entrenar. “Algunas personas se te alejan
porque les molesta, lo cual nunca voy a entender, pero aprendí a aceptar que es
normal”, cuenta indignada.
Ya
concluyendo el entrenamiento, aparece un chico que llamó ampliamente la
atención al entrar. Rápidamente se acerca y saluda amistosamente a la joven
deportista. Ella se encarga de presentarlo como Ramiro, su gran amigo. Él
bromea hasta que la joven vuelve a patinar y él se dedica durante unos minutos,
pura y exclusivamente a mirarla mientras se desliza suavemente sobre los
patines. Admirado por la belleza y el talento de su amiga, se disculpa y toma
asiento. Cuenta cuál es la postura que toman sus amistades a la hora de
apoyarla en su carrera y acompañarla, aunque no se vean tan seguido: “Uno ya
sabe que no puede contar con ella antes de las cinco de la tarde. Entrena
religiosamente cuatro horas todos los días. Y si se acerca una competencia
grande, menos todavía. No nos quedó otra que acomodarnos nosotros a sus
tiempos. Nos juntamos a la noche y listo. El problema es que tampoco podemos
tenerla hasta muy tarde porque si no al otro día no rinde”. Vuelve a mirar
hacia la pista, deja llevar su vista a cada uno de los movimientos que realiza
la joven sobre ruedas y concluye: “Mirala. Nació para esto”.
Si
bien lo principal en la vida de Micaela, es el patín, no es lo único a lo que
le dedica horas de su tiempo. Otra de las cosas que practica es canto, estudia
hace ya tres años en la escuela de Sebastian Mellino, en la cual realizan
presentaciones cada cortos plazos. “Es otra forma de conexión con uno mismo, es
expresión pura, sirve mucho para descontracturar de todas las presiones que
tengo”, asegura la joven, y agrega: “Me gusta muchísimo salir a andar en bici
si tengo una horita. También aprendo idiomas. Hablo muy bien Ingles y
actualmente estoy estudiando de a poco Italiano y Francés”.
Analía, la entrenadora, dio por finalizada la práctica del día. Despide a su “polla”, como ella la llama, con un fuerte abrazo y le dice: “Descansá bien que mañana tenemos que darle duro”. Micaela, me mira con complicidad, y entre risas dice: “Como si nunca entrenáramos duro, ¿no?”.
Analía, la entrenadora, dio por finalizada la práctica del día. Despide a su “polla”, como ella la llama, con un fuerte abrazo y le dice: “Descansá bien que mañana tenemos que darle duro”. Micaela, me mira con complicidad, y entre risas dice: “Como si nunca entrenáramos duro, ¿no?”.
Los
contratiempos que encontró en el camino no sólo fueron en cuanto a la compañía,
sino que también se presentaron en relación a la formación académica. Cuando
uno habla de un deportista o de un músico, cree que todo en su vida es eso, su
carrera, pero no, está el detrás de esas caras conocidas o de esos talentos
destacables, que deben ser sustentados con educación primaria y secundaria,
como mínimo.
“Simplemente
me interesaba en mis cosas, mis pruebas, tomarme un té en algún recreo sentada
en el aula y esperar que se haga la hora para salir, e ir a entrenar”, resume
su paso por el colegio.
“¿Cómo
empecé a patinar? Un día caminando con mi mamá, pasamos por un club y yo desde
la vereda miré para adentro y vi chicas patinando y le dije ‘Yo quiero hacer
eso’. Y no dejé de molestar hasta que me llevaron a probar al menos un día, y
ese día se fue extendiendo hasta el día de hoy”, a veces no hace falta más que
ver algo para sentir que es lo que uno desea, lo que uno sueña para un
mañana.
Hija
de una familia convencional, comenzó de muy chica, con tan sólo 4 años a tomar
clases de danza clásica, lo cual ella remarcar que estaba “muy enganchada para
ser tan chiquita”. Pero su verdadera vocación no tardó en llegar a su vida:
“Danza clásica hice durante seis años a la par de patín, hasta que me decidí
por dedicarme solo a patinar, porque había empezado a competir en pequeñas
ligas. Creo que fue mi primer decisión difícil, la realidad es que ambas cosas
realmente me gustaban mucho”.
Ya hace 15 años que dedica su vida a su gran pasión, el patinaje. Es cierto que es un gran desgaste no sólo físico, sino que también psicológico, pero el amor por ese deporte es la fuerza que necesita, y tiene, para seguir luchando día a día por cumplir su sueño, por lograr sus objetivos.
Ya hace 15 años que dedica su vida a su gran pasión, el patinaje. Es cierto que es un gran desgaste no sólo físico, sino que también psicológico, pero el amor por ese deporte es la fuerza que necesita, y tiene, para seguir luchando día a día por cumplir su sueño, por lograr sus objetivos.
Por
suerte cuenta con un gran apoyo de seres queridos, que funcionan como pilar en
su vida. Asegura que se siente orgullosa, pero no sólo de ella, sino de la
gente que la rodea. Su familia, quienes no sólo la acompañaron desde un primer
momento, sino que también dieron todo de sí para aportar a su carrera. Para la
práctica de este deporte, son indispensables ciertos que gastos. Los patines
profesionales están compuestos por distintas piezas, que con el uso en los entrenamientos
se deben ir cambiando, desde algo tan básico como una tuerca, hasta la misma
bota o las ruedas. Además del equipamiento, en caso de iniciar un camino
profesional, es indispensable contar con un entrenador y preparador físico
personal. En el patín artístico son muy comunes todo tipo de lesiones, por lo
que se necesita trabajar hombro a hombro con un profesional para prevenirlas, o
en tal caso, curarlas rápidamente. Claro está que hasta que no se logra un gran
reconocimiento, la ayuda de las instituciones deportivas no llega, y esto debe
ser solventado mientras tanto por la familia.
Después
de varios minutos de descanso tirada en el suelo, desata los cordones de sus
patines lentamente mientras me cuenta qué hace en su vida a diario. Repite de
manera constante, la importancia que tiene para ella dormir bien, para al día
siguiente rendir al máximo en sus prácticas. Es cierto que le resta tiempo del
día que otra persona aprovecharía, pero sin embargo, no lo cuenta penosa, sino feliz.
Todas las palabras que salen de su boca sobre ello son convincentes y trasmiten
admiración. Cualquiera que la escuche hablar se sentiría orgulloso de contar
con tal representante del país.
— ¿Nunca te cansás de entrenar? ¿No hay un día en el que quieras hacer otra cosa?
— La verdad que sí, obviamente hay momentos en los que preferiría verme con amigos, o simplemente dormir. Pero si lo hago, me arrepiento. El patinaje para mí no es sólo mi profesión, es la elección que yo hice para mi vida, vivir de lo que amo, vivir sobre ruedas.
Toma sus cosas y se dirige hacia la puerta, saluda cálidamente a las niñas que también entrenan allí. Cabe destacar el respeto de sus compañeras hacia ella, no importa la edad, ni el nivel en el que se encuentran. El brillo de los ojos de cada una al mirarla, habla por sí solo.
— ¿Nunca te cansás de entrenar? ¿No hay un día en el que quieras hacer otra cosa?
— La verdad que sí, obviamente hay momentos en los que preferiría verme con amigos, o simplemente dormir. Pero si lo hago, me arrepiento. El patinaje para mí no es sólo mi profesión, es la elección que yo hice para mi vida, vivir de lo que amo, vivir sobre ruedas.
Toma sus cosas y se dirige hacia la puerta, saluda cálidamente a las niñas que también entrenan allí. Cabe destacar el respeto de sus compañeras hacia ella, no importa la edad, ni el nivel en el que se encuentran. El brillo de los ojos de cada una al mirarla, habla por sí solo.
domingo, 14 de julio de 2013
Subir una altura
Clemente
López es el líder de la comunidad toba de Presidente Derqui. Él está al mando
de 42 familias qom que viven en condiciones precarias en esa localidad de
Pilar. A diario, el referente lucha en todos los ámbitos posibles para mejorar
la calidad de vida de sus hermanos y visibilizar la causa indígena.
Clemente López tiene una frase de cabecera: “Ser representante de la
comunidad es como tener una familia numerosa”. La repite hasta el cansancio,
como una premisa ineludible. A priori, suena hasta simplona. Pero, al
interpretarla, se comprende la riqueza de la afirmación. Denota una importante
carga de responsabilidad y amor, como el de cualquier padre. En este caso, uno
que está a cargo de 42 familias.
El autor de la leyenda es el cacique de la comunidad toba de
Presidente Derqui, segunda ciudad del partido bonaerense de Pilar. Se trata de
un pequeño poblado ubicado detrás del humilde barrio Santa Ana, en uno de los
márgenes del distrito. Esa zona atravesada por la Ruta Provincial Nº234 es
conocida comúnmente como la “triple frontera” porque ahí se juntan los límites
de los partidos de Pilar, José C. Paz y Moreno. Más allá de la referencia
geográfica, esos datos explican también la situación marginal en la que vive
esta comunidad.
Sin embargo, las carencias no parecen afectar el ánimo de López. Con
su sonrisa amable pintada al rostro, el referente de los tobas derquinos no se
deja vencer por las adversidades, a la par que mantiene una incesante lucha por
los derechos de su pueblo.
Oriundo de Pampa del Indio, en la provincia del Chaco, el hombre es
hijo de la realidad más cruenta de los Qom. Desde su infancia, aprendió a
sobreponerse a los obstáculos que, paradójicamente, fueron más y peores en su
tierra natal que en Buenos Aires. Por eso, cada logro, cada paso hacia delante,
cada mejora la recibe con alegría, por más ínfima que sea.
En el aspecto físico, su descendencia indígena es innegable. Hombre de
mediana altura, tez marrón y pelo oscuro, presenta los rasgos del estereotipo
de las comunidades norteñas. Todo eso está acompañado de una actitud amable y
cálida con cada uno de los visitantes del lugar, sean “indios o blancos”,
separación repetida por los miembros de las comunidades indígenas.
“Todos somos iguales” es otra de las banderas que agita sin cesar. Su
voz suena acompasada al ritmo de una típica canción de cuna qom y sus dichos
salen a la luz a regañadientes. Sin embargo, cada discurso es cuidado,
respetuoso e intenta dejar un mensaje. No es cuestión de hablar porque sí. Ésa
actitud centrada, resistente a toda prueba, resultó una herramienta clave para
soportar el dolor del desarraigo, el sufrimiento de las carencias y el desgaste
de un largo camino recorrido para llegar a Derqui.
En idioma qom, López es Daviaxaiqui. Su nombre significa “subir una
altura”. Nunca más atinada la acepción para una comunidad que suele caminar
cuesta arriba para conseguir sus objetivos.
Desde su inicio, el camino de Clemente no fue sencillo. Azotado por la
falta de tierras y las escasas oportunidades que le brindaron sus coterráneos,
el referente toba dejó su Chaco natal en busca de un futuro mejor.
Tras un lapso de vida cuasi nómade, el hombre, junto a su esposa y sus
dos hijos, recaló en Fuerte Apache, en 1988. “Dejamos nuestro lugar, pero nunca
abandonamos la causa indígena”, sostiene López, con el pecho inflado. En ese
complejo de viviendas precarias porteño, Clemente comenzó a reunirse con sus
“hermanos” –tal como se llaman entre sí– y empezó a gestar la comunidad.
“Me di cuenta que había mucha gente de mi pueblo acá. Ellos tuvieron
el mismo problema y salieron de la provincia. Por eso, cuando estaba en Fuerte
Apache, formé una cooperativa”, explica.
De a poco, el trabajo toba fue tomando trascendencia y su punto más álgido
llegó cuando Luis Landriscina invitó a Clemente a su programa en Radio Nacional
para dialogar sobre la organización.
La visita al conductor chaqueño significó la apertura hacia la puerta
mayor para la comunidad toba. Tras su participación en la emisora pública, el
Obispado de Morón se contactó con los indígenas y les cedió cuatro hectáreas de
tierras en Presidente Derqui. Así, tras disolver la cooperativa y obtener la
personería jurídica comunitaria, los tobas se instalaron en esa zona, que casi
se “cae” del partido de Pilar, pero que ellos llaman hogar. También, desde ese
momento, se inauguró el mandato de López, electo cacique por sus compañeros de
ruta.
Esas tierras, inhóspitas y alejadas de los centros urbanos, fueron
recibidas como una bendición por los tobas. Ser agradecidos es una de sus
características más evidentes. Una ayuda, un aporte, hasta una visita son
motivo de reconocimiento para esta comunidad que celebra con el simple hecho de
ser visibilizados.
Llegar al lugar no es sencillo, al menos para los que desconocen la
zona. El ingreso al barrio es por la única calle asfaltada, Bahía Darbel, que
entra desde la ruta 234 bordeando el destacamento policial. En la parte frontal
del predio se encuentra el barrio Santa Ana, uno de los sectores pobres de
Presidente Derqui. Casas bajas de material, pero bien arregladas acompañan esos
400 metros de ingreso al poblado, que cuenta con un
“potrero” desgastado para los más chicos.
En la parte trasera, con una división imaginaria muy clara trazada por
la calle Sarmiento, comienza el barrio toba. Casas de ladrillos, aunque sin
puertas, en varios casos; calles destrozadas, de puro barro; y una canchita
disponible solo para los días soleados son algunas de las características del
poblado indígena.
La casa de Clemente López está ubicada en el inicio de la barriada,
sobre el camino pavimentado. Beneficios de ser cacique, quizás. En tal caso, es
la única ventaja. El resto de su vivienda no se diferencia de las otras 31 que
completan el esquema original de la comunidad. Además, hay otras 10 familias
que arribaron hace poco y habitan en ranchos de chapa. Para ellos, existe una
esperanza: miembros de la ONG “Un Techo para mi País” recorrieron el lugar y
propondrán la construcción de esa decena de casas.
“Hay muchas necesidades en el barrio”, admite López. Esa realidad
queda a la vista. Las falencias estructurales de las casas, el deterioro de los
caminos y algunas roturas en los dos salones con los que cuenta la comunidad
para realizar actividades son algunos ejemplos. Sin embargo, esos aspectos no
preocupan al cacique. En todo caso, entre todos, buscarán la forma de mejorar
la infraestructura. En sus palabras, el referente toba apunta a otros dos
puntos, no materiales: el trabajo y la educación.
Buena parte de los proyectos a futuro están orientados hacia esos dos
tópicos. “Presentamos varias propuestas para hacer algún taller de herrería o
capacitación en electricidad. También de panadería. Lamentablemente, no tuvimos
respuesta”, indicó, con una mueca de decepción. La medida que sí avanza es la
creación de un taller de costura como salida laboral para las mujeres de la
población.
No obstante, su preocupación son los jóvenes. El ceño se le frunce y
la sonrisa se esconde cuando piensa en cómo darles mayores posibilidades a los
habitantes de menor edad. “Estamos pensando en los jóvenes, que van a pedir
trabajo y les solicitan experiencia. Me gustaría que estén capacitados en un
oficio. El mejor camino que pueden tener los chicos es estar educados. Por eso,
queremos darles talleres. Tenemos los salones para eso”, señala López.
Esos dos galpones, por ahora vacíos, son el patrimonio más preciado de
la comunidad. Su obtención fue producto de la gestión del líder toba. Y, a
pesar de las falencias, esas instalaciones permiten que Derqui sea una plaza
elegida para la organización de encuentros. Así ocurrió el domingo 28 de abril
de este año cuando, con motivo del cierre de la semana de los pueblos
originarios, representantes de distintas comunidades indígenas se reunieron en
tierras pilarenses.
En esa oportunidad, llegaron a la localidad distintos referentes de
poblados tobas de General Pacheco, La Plata y Marcos Paz, dirigentes guaraníes
de Moreno y José C. Paz, el cabecilla Kolla de Mar del Plata y la secretaria
ejecutiva del Consejo de Asuntos Indígenas bonaerense, Gabriela Comuzio. Los
festejos sirvieron también para que López exhibiera su flamante ingreso al
Consejo Indígena de Buenos Aires (CIBA), cargo al que accedió en febrero
último. Su labor es representar a las 14 comunidades tobas de la provincia,
tarea que conjuga con las “changas” en la construcción y la pintura, y la
elaboración de artesanías.
Sin el despliegue y la parafernalia de los aparatos partidarios, el
acto en Derqui no dejó de ser político. Los distintos representantes indígenas
viajaron kilómetros para llegar, aunque no lo hicieron en avión o helicóptero,
sino que llegaron manejando sus autos, algunos de ellos bastante destartalados.
Los “militantes”, que no eran más de 50, también entonaron sus cánticos, aunque
al ritmo del arpa de un desaliñado pero destacado músico autóctono. También se
ofrecieron choripanes, pero había que pagarlos, al igual que el locro y las
empanadas. Hubo discursos, pero sin aplaudidores. Se trata de la política en su
estado más puro.
El objetivo del encuentro era simple y visible: más allá de la
celebración, los caciques querían delinear la presentación del proyecto para la
creación de la secretaría provincial de Asuntos Indígenas. La propuesta es hija
de una comunión entre las tribus nunca antes vista. “Por primera vez nos
estamos uniendo. Eso da mucha fuerza. La secretaría da para más. No está de más
agarrar, pero que la persona en ese lugar esté bien preparada y entienda la
causa indígena. Si no, nos tienen como pantalla”, advierte López, con mesurado
entusiasmo.
Esa última frase refleja un temor con el que conviven a diario los
representantes de las comunidades: el miedo a ser usados por el poder. Sin
embargo, en esta relación, los líderes indígenas actúan con el pragmatismo y la
“cintura” de cualquier gobernante experimentado. Prestarse para el juego
político es una licencia necesaria para conquistar algunos beneficios. No
obstante, la línea entre uso y abuso es muy fina y los cabecillas de los
pueblos originarios hacen equilibrio en ella. Por eso, López –que a esta altura
ya mostró dotes de hábil declarante pese a su lenguaje poco florido y su tono
adormilado – aclara: “Nosotros hacemos política comunitaria. Conozco la
política de mi pueblo, la otra no. No está de más aprender, rescatar lo bueno y
descartar lo malo”.
Cuando Clemente habla de “lo malo”, su rostro se enseria y se invadido
por la angustia. “Lo malo” de la política golpea duro a su comunidad y hasta
mata. La herida duele, aún a 1100
kilómetros
de distancia. En sus últimos viajes al Chaco, López vivió de cerca los ataques
sufridos por sus compatriotas a manos del Gobierno nacional y popular del
“presidenciable” Jorge Capitanich. “Es terrible lo que está pasando dentro de
nuestra comunidad. La necesidad es muy grande, pero el miedo es que siempre que
reclamamos, hay un muerto. No queremos venganza, solo justicia. No tengo
palabras para explicar bien”, señaló, con un nudo en la garganta.
Más allá del tiempo transcurrido, el arraigo del cacique derquino con
su tierra natal sigue existiendo. Poco importa que haya sido expulsado como si
fuera un perro, él vuelve periódicamente para conocer la realidad de los qom y
ayudarlos de alguna manera. Aún cuando recuerda el maltrato que sufría de sus
compañeros en la escuela o la discriminación a manos de otros chaqueños, el
hombre siempre sonríe al rememorar su vida en la provincia norteña.
En su última vuelta, López fue acompañado por su hija Sandra, quien
desde principios de año integra la Mesa Coordinadora Nacional. A través de las
gestiones de ella, los tobas del Impenetrable chaqueño tendrán representantes
en ese organismo por primera vez. Al contar esta novedad, el líder de la
comunidad pilarense recupera el brillo en los ojos y parece no caber en sí: su
niña es su orgullo más grande.
Sandra es la principal aliada de Clemente en la lucha por visibilizar
la causa indígena. Son militantes activos en esa cruzada y sus acciones se
orientan en ese sentido. Él heredó un pensamiento que le quedó marcado a fuego:
“Nunca hay que negar nuestro origen porque sería negar todo un pueblo”. En ese
camino, López exploró una veta artística que lo llevó a escribir un libro y
participar en dos películas.
El cacique devenido en artista lanzó a fines de 2012, junto a Sandra y
su hijo Nahuel, el libro “Daviaxaiqui”, de la editorial Nahuatonaxanaxac. Se
trata de una publicación cruda, con historias de la conformación de la
comunidad derquina y, también, leyendas chaqueñas. Asimismo, de la mano del
director Diego Rafecas, López también incursionó en el mundo del cine. El líder
toba tuvo una participación en la película “Un Buda”, estrenada en 2005.
Sin embargo, Rafecas dobló la apuesta y, desde fines del año pasado,
está filmando “Ley Primera (La Leyenda del Gran Chamán)”, una historia que está
siendo rodada en tres idiomas: español, inglés y qom. A través de la magia del
cine, el director unirá New York, Chaco y Derqui, de la mano del celuloide.
Asimismo, cuando salga a la luz el film, López y varios hermanos de su
comunidad compartirán pantalla con Norma Aleandro, Tomás Fonzi, Rodrigo de la
Serna, Luis Luque y hasta el ex “James Bond”, Pierce Brosnan.
La grabación en tierras derquinas culminó en febrero último. Las casas
bajas, las calles deterioradas y los salones maltrechos fueron algunos de los lugares
que quedaron eternizados en la cinta. También el mural pintado en el ingreso al
barrio, sobre el paredón de uno de los galpones. Ahora, Rafecas continúa su
trabajo en las otras locaciones. Todavía no hay una fecha de estreno prevista. La
movilización del lugar fue importante, pero cuando se refiere a esa experiencia
insólita, López no desata su ego ni se emociona por demás. Por momentos, hasta
parece restarle importancia a una chance que más de uno desearía con fervor. “Son
cosas que ayudan a difundir. Es una experiencia más para nosotros. Es raro
participar porque tenés que estar parado por muchas horas y te hacen repetir
varias veces. Pero nos divertimos y lo bueno es que les pagaron a los hermanos
por su participación”, cuenta el cacique derquino sobre la inédita historia.
Pero las luces no marean a Clemente. El referente toba asume cada
oportunidad con naturalidad, la aprovecha y sigue su camino. Esa fórmula la
repite hace 25 años y en la comunidad nadie discute su liderazgo. No se debate
por la reelección indefinida. Pero el cansancio es cada vez más grande. Solo el
físico y la mente le generan dudas a López. “Hay momentos que digo ‘hasta acá
llegué’. Todo lo que hacemos es un trabajo impago. Es muy difícil la vida de un
dirigente. Pero no puedo decir que a veces quiero dejar. Evito contárselo a los
jóvenes porque parece que me estuviera acobardando”, reconoce el cacique, con
cruda sinceridad.
Sin embargo, renunciar no es una opción. No figura en su ADN toba. El
cacique toma aire y sigue, inclaudicable. La lucha es constante, diaria,
desgastante. Pero Daviaxaiqui la asume sin chistar y renueva cada día el
desafío de “subir una altura”, siempre con la sonrisa pintada al rostro.
López, en su casa de Presidente Derqui |
jueves, 11 de julio de 2013
EL LEON QUIERE DEJAR DE RUGIR EN LA “D”
Luego
de seis años en la última categoría del fútbol argentino, el club del oeste
afronta la etapa definitoria para poder darse el gusto de escaparle a la
Primera D
Es 20 de abril, fecha 29 del torneo de
Primera D. La localidad de
Ituzaingó vive un día más que agradable. El reloj dice
que pasaron algunos minutos de las 15 hs.
El local se viste para recibir en su estadio de Pacheco y Mariano Acosta a
Leandro N. Alem,
el “lechero” (el club es oriundo de General Rodríguez, cuna de “La Serenísima”,
de allí que ligó ese apodo), equipo con el que hay una rivalidad especial, casi
clásica. Todo se sucedía como debe ser, con los tópicos normales. Hasta que,
luego de que Portillo convirtiera el 1-0 para el visitante a diez minutos del
final, a una facción de la hinchada local se
le ocurre recrear el mítico final del skecht de finales de los '90 de Videomatch, llamado “Deportes en el Recuerdo”: “la
hecatombe, la debacle total. Una seguidilla de hechos bochornosos que incluye a
los hinchas, la policía…” destrozando patrulleros y el micro que devolvería al
plantel de Alem a su sede.
El técnico de Ituzaingó es Jorge Troncoso. Se mira con
un muchacho de campera, su ayudante de campo, el seguidor de este sueño,
que no es más que su hijo Damián. Jorge se agarra la cabeza, Damián mira
atónito, los suplentes salen corriendo del banco de relevos con un resorte,
cual payaso de una caja de sorpresas. El partido debió suspenderse a los 35
minutos del segundo tiempo, dejando a merced de la Asociación del Fútbol
Argentino una decisión; semanas más tarde, resolvió dar
por terminado el partido con el resultado que tenía y sancionar a Ituzaingó negándole la localía en su estadio hasta el final de la temporada
en curso y, además, prescindirá de la presencia de sus fanáticos.
Faltan cinco fechas para que el torneo
finalice, el cual depositará en Primera C al campeón, el líder es Argentino de
Rosario que lleva una amplia ventaja, casi indescontable, pero el “león” de Ituzaingó tiene otra posibilidad: ubicarse entre el
segundo y el quinto de la tabla para jugar un reducido. Situación bastante
posible de suceder, pero deberá afrontar las dos fechas que le corresponden de
local en el estadio del club
Liniers, ubicado en el barrio de San Justo a unos
diez kilómetros de Ituzaingó.
El torneo avanza con las fechas pautadas sin
ningún sobresalto. Las holgadas victorias frente a Deportivo Paraguayo y al
líder rosarino, lo ponen al borde de entrar al G4: el reducido. La siguiente
fecha es con Claypole, que de ganar sería la confirmación
definitiva de clasificar, pero una derrota en campo ajeno postergaría el
objetivo. Marcos
Zampini abre el marcador para el verde del oeste,
pero Rial y Ledesma, por duplicado, dilatan el festejo y decretan un 3-1 final.
No obstante, siete días más tarde es el turno de enfrentar a Deportivo Riestra
por la penúltima fecha, un rival que ya logró su clasificación, por lo que
estará en el “Grupo de los 4”. De ganar habrá que esperar el final del torneo
para luchar por un lugar en la C, luego de seis años.
El lunes es la vuelta a los entrenamientos y los Troncoso hacen una reunión en
la mitad de la cancha en la previa del mismo.
Jorge se pone al frente de la charla recalcando enfáticamente que: “éste sábado
es el día, no se nos puede escapar más, así que mentalícense que el sábado no
hay otra opción que ganar”. La seriedad y firmeza con la que habla, la
parquedad de su rostro ajado por los sesenti que ya vivió, sumada al revoleo de manos para
reforzar su discurso, hacen que parezca un director de
orquesta.
La arenga termina y es el tiempo de trabajar
el partido. Los DT,
a dos días del partido, ponen en cancha el equipo que sería titular. El
metódico Damián y el efusivo Jorge piensan que un solo cambio en la defensa
sería lo correcto para afrontar el encuentro con el equipo
porteño y deberían seguir en él, Nicolás Paz y el de apellido ilustre en la
ciudad, Matías Gelpi, famoso doctor de la zona, a dos cuadras de la
cancha una calle lleva su nombre.
Es sábado, la sede del club recibe a unas
docenas de hinchas para vivir el encuentro en compañía. Antonio, socio
vitalicio de la institución, uno de los 200 y algo de socios, se acomoda la
boina y saluda a César, el famoso buffetero, que en días de acción futbolística se lo ve
por los tablones de la platea local gritando “hay coca, hay coca”. Ambos estuvieron en la cancha el día del ascenso
al Nacional B en 1992, máximo logro del club. “Poné la radio pibe”, le grita Antonio, mientras César trata de sintonizar “La voz del
León”, el programa partidario de Ituzaingó que sale por FM 88.5 “La Nueva Argentina”.
Tras 40 minutos de juego, el volante izquierdo Nicolás Paz convierte el único
gol del encuentro y logra clasificar al verde al ansiado reducido. Los pocos
que se acercaron al club están felices de estar en el selecto grupo. El júbilo
es enorme, pero medido a la vez, se sabe que no se ganó nada y más aún con los
antecedentes de hace diez años, ya que estuvo en la misma situación y perdió la
oportunidad tres ocasiones consecutivas.
Una semana más tarde, se consuma la derrota
con Central Ballester en calidad de visitante, un traspié que no duele. El
“verde” ya está en las semifinales del reducido y ganar, empatar o perder en la
última fecha no modifica en nada las posiciones, de hecho los Troncoso guardan
a sus figuras. El criterio de los enfrentamientos es, según la tabla final de
posiciones, el segundo enfrentará al quinto, mientras que el tercero al cuarto.
Ambos duelos se jugarán en los dos campos de juego con la ventaja de que
quienes finalizaron mejor a lo largo de la temporada definirá de local. Esto se
traduce en: Deportivo Riestra – Juventud Unida y San Martín de Burzaco – Ituzaingó y los cruces de ida están pautados para el
primer día de junio.
Otra vez lunes, otra vez reunión pre
entrenamiento. “Es donde queríamos estar hace un año cuando nos mentalizamos en
ascender, depende de nosotros”, palabras más, palabras menos, es lo que la
dupla padre-hijo remarcan una y otra vez, con tono tranquilo, como si confiaran
ciegamente en sus muchachos. Uno de ellos es Matías Gelpi, nieto del doctor Idélico Gelpi,
quien fuera, además de un galeno reconocido de la zona, el presidente del club
Gimnasia y Esgrima de
Ituzaingó y de la Cooperadora que facilitó la
construcción del campo de
deportes de la escuela primaria ex Nº6, hoy Nº1.
Matías aguarda el final de la práctica con
los brazos en jarra y casi con la lengua afuera. Con un gorro de lana negro
para apaciguar el frescor de final de un otoño tibio, jogging largo y buzo, azul francia en composé, todo por debajo de la remera blanca de
entrenamiento del club,
sponsorizada por todos lados. Sobresalen “La Franco
Argentina” (venta de automóviles), el “Traverso” (alimento para mascotas) y el
ya conocido “Sport 2000”, que desde hace 10 años viste al club. Se despabila
bastante, la última noche se quedó hasta después de hora para preparar las
materias de su carrera, que no podría ser otra que la que lleva en sus genes:
medicina.
La dupla Troncoso-Troncoso no tiene bajas en
el equipo para afrontar la ida de las semifinales -de local, pero en el “Juan
Antonio Arias” de Liniers- por lo que dispondrán de su “Dream Team”
para enfrentar al equipo del sur bonaerense.
Partido parejo, ajedrecístico, no hay muchas
opciones de gol y ninguno de los dos puede quebrar el cero. Resultado final:
0-0. En 10 días se sabrá quién jugará la final del reducido.
Hay que armar el equipo para la vuelta, se
perdió una gran oportunidad. San Martín tiene la ventaja de definir de local,
otro empate desembocaría en la “lotería de los penales”. Sólo dos cambios: Abel Oroná y Agustín Dallera en lugar de Héctor Escobar y Nicolás Paz,
respectivamente. El estadio completo. La parcialidad burzaquense tiene las mejores expectativas, pero un penal
en el final del primer tiempo para Ituzaingó le cambia los planes. Marcos Zampini, goleador del equipo del oeste, intercambia
la pena máxima por gol. En la sede del club, Antonio revolea su boina. El verde
está logrando el pasaje.
El trámite de la segunda mitad es favorable
al local y Mauricio Soto, luego de siete minutos de comenzado, empata el
partido. Otra vez a los penales. Pero una escapada de Zampini le da la victoria definitiva al león del oeste. Qué
fuerte que se grita el gol. La gente que pasa por la sede mira para adentro y
no entiende nada, no entiende porque están las sillas tiradas y las mesas
desacomodadas. Todos se abrazan con todos. Grandes con chicos, es que Ituzaingó
se clasificó a la final del reducido
Deportivo Riestra ya había eliminado a
Juventud Unida por penales.
Es el próximo rival. Primero en Tres de Febrero, la casa de Justo
José de Urquiza, donde
Ituzaingó hará de local y luego en Flores.
Mismo ritual en la sede, pero con más gente,
es la final. “Qué partido chivo” dice Antonio. Tiene razón, la primera etapa
finaliza sin goles y muy trabada. Luego del descanso, el visitante pierde un
hombre. El central derecho, Leandro Moreyra es expulsado. Los nervios del local les empiezan a hacer marca personal a cada
jugador. Se corea, con música de "La mona" Jiménez: "Ituzaingo (con acento en la "a", para que rime mejor) hoy
te vinimo' a ver ponga ‘guevo’ hoy no pode 'perde'.
Te llevamo' dentro del corazón, esta hinchada se merece
ser campeón". Hasta que a menos de diez para el final, "el Coni"
Matías Vallejos recibe una pelota en el borde del área y la acomoda al lado del
poste derecho del arquero rival y sella el 1-0, que a la postre será el
definitivo. Faltan 90 minutos para que el sueño se haga realidad.
Feriado puente de junio, comienza el
invierno, el aliento que reciben los jugadores es inacabable e insoportable.
Llegan las banderas verdes y los bombos, Ituzaingó se prepara para una fiesta.
Todo antes de embarcarse en el micro que los deposite en la cancha de Riestra,
esa que se ve desde el "Nuevo Gasómetro" de San Lorenzo. Algunos se
fueron hasta la puerta de la cancha. Pero se acabaron los análisis, la "C"
sólo recibirá a uno de los dos.
La sede de la calle Rondeau sigue con los cánticos, las banderas y el
optimismo, pero al cabo de media hora Riestra se adelanta por duplicado y el
ascenso se está escapando, hay que hacer un gol para llegar a los penales. En
el oeste, en el segundo tiempo, todo el fervor y el entusiasmo de la previa del
partido se esfumó, la desolación es cada vez más grande, varios pibes muerden
rosarios y cadenitas, aunque nadie cree en los milagros. El juez adiciona los
tres minutos habituales al tiempo reglamentario. En el segundo de ellos,
Nicolás Paz llena el alma de esperanza a Ituzaingó. 1-2 y a los penales.
Toda la fe está en Matías Lescano, arquero del verde: el "olé, olé, olé, olé, Mati, Mati"
es generalizado. El local comienza la serie. Tras dos penales
cada uno, el marcador está igualado, hasta que "Mati"
le detiene el penal a Cueto, pero Bevcar no puede aprovecharlo. Luego de los cinco
penales iniciales, están 4-4, comienza la muerte súbita. El que falle, estará
condenado a seguir otra temporada en la "D". Un penal para cada uno
los deja 5-5. En Riestra se prepara el zurdo Bruno Maffoni y otra vez, la
hinchada con el "Mati, Mati". Lescano elige bien y le detiene el penal. Ahora el que tiene la presión es
Luís "el Negro" Presentado, central izquierdo, casi con asistencia
perfecta. Patea a la derecha del arquero, quien adivina el lugar, pero no
acierta. Es
gol y es ascenso. Estruendo en el club del oeste. Todos los muchachos forman
una montaña de personas abajo del “Negro” Presentado que está abajo de todos. Ituzaingó se abraza al ascenso y no quiere soltarlo.
Festejos, festejos y más festejos. En la cancha
y el vestuario, jugadores y cuerpo técnico. La sede, las afueras del
estadio y hasta en la autopista siguiendo al micro de los jugadores que se
trasladaba a paso de hombre. Antonio llora, los pibes no
paran de gritar, despliegan una bandera que dice: “graCias”. La gente de Ituzaingó se
contagia de la alegría de los hinchas. Cada coche mete su bocinazo. Ya no hay sol, es "el día más corto del
año", pero la alegría es la más larga. El barrio está convulsionado.
Porque por fin, Ituzaingó es de la "C".
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