miércoles, 10 de septiembre de 2014

Un remador de la vida

Por Jorge Daniel Hermosa
En un instante puede cambiar tu vida por completo. Como siempre, te levantás para empezar un día como cualquier otro. Desayunás, viajás, trabajás, salís a divertirte o regresás a tu casa y te volvés a acostar para empezar de nuevo. Son muchas cosas en varios lugares y momentos, ¿no? ¿Qué pasaría si sucede algo que te cambia todo lo que venís realizando desde hace tiempo? ¿Te levantarías al día siguiente?

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Ricardo Díaz Márquez en las Elecciones del 16 de mayo para Consejeros en el Colegio de Abogados de Quilmes.
Los accidentes están a la vuelta de la esquina. Muchas veces suceden por culpa nuestra y otras por la imprudencia de los demás. Todos los días vemos y escuchamos noticias sobre algún choque de autos, o de la muerte de alguna persona luego de ser atropellada. También están quienes sobreviven pero quedan con secuelas. Acá entra la discapacidad que no se dio desde el nacimiento, sino que fue por una situación desafortunada. Dependiendo de la gravedad, una persona puede seguir adelante o no, pero la voluntad es fundamental.
Si hablamos de discapacidad, nos referimos a la condición que presentan algunas personas sobre deficiencias físicas, mentales, motrices, sensorias o intelectuales. Hay quienes nacen con esto, pero también está la gente que padece estas patologías por alguna situación que protagonizaron, por ejemplo, en un accidente en cualquier ámbito. La recuperación es muy importante no solo por la lesión física, sino también por el impacto psicológico sobre la persona. Además, la sociedad tiene un rol preponderante porque ahí es donde la persona se moviliza y hace sus actividades.
Ricardo Díaz Márquez es un excelente ejemplo para referirnos a lo explicado previamente. Vive en Quilmes, provincia de Buenos Aires, trabaja como Abogado y está en el Honorable Congreso de la Nación Argentina. Le gusta escribir y en su tiempo libre se dedica al deporte, más precisamente a la natación y, además, posee varios amigos en distintos ámbitos, lo cual es muy importante. Se comprometió con un rol social buscando e incentivando la cooperación de todas las personas para ayudar a los que más necesitan en cuanto a discapacidad e integración.
Él sabe lo que es sufrir por tener una discapacidad. A pesar de lo difícil que es, Ricardo logró alcanzar todas sus metas, con esfuerzo, tal como lo hace siempre en una pileta de natación desde los cuatro años. Para conocer y aprender de un guerrero, lo visité en diferentes situaciones. Pude observar lo que hace y charlar con él para que me contara su experiencia de vida.
El doctor Díaz circula con una pierna ortopédica. Lo primero que uno quiere saber es por qué tiene esa discapacidad. En la última entrevista me explicó que fue en un accidente de moto. A Ricardo le gustaba mucho la velocidad y una noche se excedió. El conocido Acceso Sudeste fue el lugar donde a lo s 21 años le cambió la vida por un error propio que admite. Arrepentido de esa noche trágica dijo: “En realidad tendría que estar muerto pero la saqué barata”. Además, contó que desde chico fue muy inquieto y se golpeaba en cualquier momento. Hasta se adjudicó, junto a su hermano, la creación del “parkour”, que es una disciplina extrema que consiste en desplazarse por cualquier entorno escalando paredes o saltando de un techo al otro. Afirmó que lo hacía por los dibujitos animados: “Si Batman lo puede hacer, nosotros también”. Su madre era la que más sufría. Después de la larga recuperación por el accidente, siguió estudiando y con el deporte le resultó todo un poco más sencillo.
El primer encuentro que tuve con él se dio en la Sociedad de Fomento La Bernalesa, en Quilmes. Allí pude ver y comprender su rol social como Presidente de la Comisión Especial Asesora de Discapacidad e Integración a cargo del Colegio de Abogados. Si bien su trabajo se enfocaba en los abogados que tienen alguna dificultad, Ricardo decidió eliminar los límites y salir a la calle para colaborar con los barrios y las personas que tienen familiares enfermos o discapacitados. Voluntariamente, se reúne con los vecinos cada tanto en algún club, colegio o centro vecinal para escuchar a quienes necesitan un espacio de desahogo y solidaridad.
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Ricardo en competencia de natación.
Cuando fui se juntaron en dicha sociedad de fomento. Allí el abogado de 55 años se reunió con los vecinos y se acercaron representantes municipales, sindicales, psicólogos y toda persona que quisiera dar una mano. Si bien la junta siempre se llevaba a cabo en el Colegio de Abogados de Quilmes, él decidió que a partir de este año se realice en un lugar con más contacto con el vecino para interactuar y conseguir mejores resultados.  
El momento fue agradable, pero el sufrimiento de cada familia se hizo notar. Mientras se hablaba, los chicos y chicas discapacitados, la mayoría con síndrome de Down, jugaban en el piso. Sumado a lo que pude ver, estaban las anécdotas de los padres que fueron difíciles de contar y escuchar. Se generó un clima de desahogo, a parte de la búsqueda de soluciones en sus respectivos trámites que iban desde conseguir medicamentos y artefactos ortopédicos, hasta encontrar sitios o instituciones.
Este compromiso está muy firme con Ricardo. Sin embargo, el ser presidente de la comisión no es lo que más le gusta porque siente que está en ese puesto simplemente por su discapacidad, cuando preferiría estar en el ámbito deportivo dentro del Colegio de Abogados: “Me considero más deportista que discapacitado, sin embargo la gente me ve más como discapacitado que deportista”, dijo. A pesar de esto, entiende lo que se sufre en cada caso que escucha y decide hacer todo lo posible para ayudar. Además, lo vi muy contento luego de esa jornada porque comprendió que fue un éxito para la gente que se llevó alguna respuesta, un número de contacto o una solución. Observé que las familias se iban a sus casas con una esperanza renovada de que la próxima puerta que  golpearan se abra, todo después de muchas trabas que sufrieron.
Tiene su oficina en el Colegio de Abogados de Quilmes, donde es un hombre muy querido. Esto lo observé en las Elecciones del 16 de mayo para “Consejeros” en dicho colegio. Me contó que allí los abogados votan en forma voluntaria. Lo acompañé para entender más ese contexto y era claro que había partidos políticos tal como sucede en las Elecciones Nacionales. Al final del día, ganó la “Lista Verde”, agrupación a la que Ricardo apoyaba.
El otro trabajo lo realiza en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), dependiente del Congreso de la Nación Argentina. Allí se encarga de la parte administrativa del Senado y ejecuta los contratos para el personal del edificio referido al mantenimiento o la limpieza, entre otros rubros. En una charla de café a pocas cuadras de la sucursal de ATE donde se encuentra, me explicó cómo llegó allí. Valoró que lo hayan llamado porque nunca lo habían convocado para un empleo, a pesar de los currículms que repartió por muchos lugares: “Es llamativo. Tengo un CV interesante y explico que soy una persona que sufrió un accidente pero que, a pesar de eso, seguí adelante. No lo oculto y lo pongo como algo positivo, no es que estoy tirado en el fondo de mi casa”.
Pero de tantos sitios que buscó, encontró uno que le abrió sus puertas y nada menos que en el Senado de la Nación. Aunque aclaró que en todo lugar el cuatro por ciento de los trabajadores deben ser personas con alguna discapacidad y desde el año pasado se viene cumpliendo en el Congreso. Destacó que esa obligación legal “nunca se había hecho pero este gobierno lo cumplió, todo a pesar de los muchos errores que se cometieron en esta gestión”. Por tal motivo, lo dijo como algo para elogiar y agregó: “Yo no pienso que no me hayan llamado por la discapacidad pero de otro lado ni siquiera se comunicaron por una entrevista”.
Observé a Ricardo como trabajador y como ciudadano solidario. Pero todo esto no hubiera sucedido sin una pasión que lo motivara para seguir adelante luego del trágico accidente. Todos tenemos algo que nos inspira. Para mí en gran medida es la familia, los amigos, el trabajo y el fútbol, entre otros. En el caso de Ricardo es similar, lo vi en hasta en un cumpleaños de una amiga que tenemos en común y se divirtió con compañeros, colegas y amigos. Pero también entra su deporte favorito que es la natación porque, según él, allí la discapacidad prácticamente desaparece. Fui testigo de esto en una competencia que tuvo.
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Díaz nadando en cien metros mariposa, estilo en que finaliza en segunda posición.
Lo vi en acción y, para mi sorpresa, no compitió contra personas discapacitadas como si hubiera una categoría especial. Se mostró en su hábitat en los dos retos que tuvo. Uno fue en la categoría de cien metros mariposa que quedó en segunda posición y el otro en doscientos metros espalda, donde sorprendió a todos con el primer puesto. En definitiva se ganó el reconocimiento y un fuerte aplauso de todo el público que valoró el esfuerzo que hizo Ricardo. Para él fue una gran satisfacción, en este deporte que lo ayudó como ninguno otro. Hasta se dio el gusto de nadar en el Río de la Plata como un desafío personal.
Hay muchos deportes pero Díaz eligió este. ¿Por qué? Ante esa duda, fue muy obvia su respuesta: “La natación permite nadar sin ningún accesorio, además estoy libre y casi me siento sin la discapacidad en el agua. En cambio sobre la tierra necesito la pierna ortopédica o las muletas”. Para él cada competencia se puede relacionar con lo que vivimos: “El deporte es como una metáfora de la vida. Me siento muy deportista y mucho de lo que aprendo en las carreras de natación lo llevo a lo diario. La otra vez tuve una competencia en las Elecciones del Colegio de Abogados y ahora una competencia deportiva”. Lo que busca a través de la natación, es conectar lo que le gusta hacer con cada situación que atraviesa. Esto es muy típico en cualquier persona que relaciona todo con algo que lo inspire a hacer otra actividad. En el caso de Ricardo se puede decir que llegó a todas las metas en su vida, porque alcanzó todos sus objetivos. Algunos con dificultad, pero consiguió todo lo que se propuso.   
Todos necesitamos aferrarnos a algo que nos motive. Ricardo encontró la forma de llegar a sus metas, sean afectivas, laborales o deportivas, más aún luego de un instante que sin dudas le cambió la vida para siempre. Es un ejemplo de vida y nos sirve para comprender que con voluntad uno puede seguir adelante. Estamos en constante movimiento y cualquier cosa nos puede pasar, como le sucedió al abogado Díaz. Es un momento de sufrimiento y es complicado levantarse. Pero en este caso, podemos imitar lo que hacen muchas personas que se esfuerzan. A veces podemos sorprender a más de uno cuando seguimos adelante. En esta oportunidad, Ricardo Díaz Márquez me sorprendió a mí y lo puedo catalogar como un remador de la vida.

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