domingo, 26 de junio de 2011

We don´t live here anymore

Dos parejas.

Ellos: profesores de la universidad, padres y maridos aburridos.

Ellas: amas de casa, madres y mujeres infelices.

Los Linden. Mark Ruffalo es Jack. En él conviven la culpa y el deseo de escapar de un matrimonio que lo hace infeliz y lo condena a la insatisfacción permanente.

Terry (Laura Dern), esposa y madre de sus dos pequeños hijos. Transita el camino de la histeria y la violencia cegada por un alcoholismo progresivo que la lleva al descuido de su hogar y su familia. Pese a todo aún cree amar a su esposo e intenta reconstruir algo que va cuesta abajo.

Las peleas, los gritos, la violencia verbal y en ocasiones física son moneda corriente en la casa. El factor económico, también en declive, contribuye al derrumbe cotidiano.

En el ángulo opuesto de éste ring que parece ser un “todos contra todos” están los Evans. Hank (Peter Krause), es un escritor frustrado y decepcionado al borde de una crisis laboral, incapaz de amar a alguien y con una personalidad arrogante. Casado con Edith (Naomi Watts), la perfecta ama de casa que tiene todo bajo control y que en apariencias lleva adelante un hogar sin problemas mientras simultáneamente siente un absoluto desinterés por su marido al que ya no ama. Padres de una niña que tampoco recibe demasiada atención, juegan a la familia perfecta manteniendo una vida vacía que carece de emociones y otros sentimientos.

La profesión los conectó generando lazos de amistad que se materializan en fiestas nocturnas regadas de alcohol. Cada noche fingen ignorar lo que sucede alrededor. Llevan una vida que, como claramente lo describe el guión, no es la que desean.

Excusas para arreglar autos, promesas de compras que nunca ocurren y salidas fugaces son una constante a lo largo del film.

La trama que propone John Curran, quién luego de esta experiencia volvió a trabajar con Naomi Watts como protagonista en El velo pintado (2006), muestra una problemática de fondo de difícil manejo y tratamiento. La frustración, los deseos prohibidos, la tentación, la búsqueda del placer como escape, los celos enfermizos, el engaño, las mentiras y las proposiciones delirantes son el resultado de una historia afectiva muy enredada.

La película, basada en las novelas de Andre Dubus, que fue traducida al castellano

como “Adulterio” lleva un ritmo parejo, con pocos momentos fuertes que lo alteran pero sin dejarla caer en la monotonía. Quizás uno, el más chocante y el pico más alto desde el punto de vista emocional, es aquel en donde se produce un quiebre tras la confesión de Jack generando una reacción inesperada, triste y conformista en Terry. Descoloca al espectador abordándolo con una sensación dura y fría pero tan dolorosa como veraz.

Sin caer en la óptica de un personaje central la trama logra una combinación de los cuatro siendo todos protagonistas. Cada uno de ellos actúa como contrapunto de los demás y posee en esta historia distintos motivos y diferente actitud hacia sus transgresiones.

Según cuenta Curran, su director, lo primero y principal que le atrajo del guión fue su brutal sinceridad, su tratamiento compasivo de personajes principales y la idea valiente y elemental que estaba en su base: que el verdadero compromiso exige ciertos sacrificios personales y que, en distintos grados, las mentiras y el doble juego forman parte de todas las relaciones. Además, le atrajo lo bien que se explora la idea a través de los puntos de vista cambiantes, construyendo un drama que sigue la línea de un thriller emocional, con esa sensación intensa de no saber quién sabe qué o cuándo lo sabrán por fin o qué harán entonces.

Es posible trazar un paralelo con Closer (Julia Roberts, Clive Owen, Natalie Portman y Jude Law), una película con un argumento similar también realizada en el año 2004. Ambas exploran el lado más miserable del amor y la atracción sexual poniendo en evidencia de la manera más brutal estas cuestiones.

La complicidad y el descaro con el que estas relaciones se entrecruzan dan cuenta de lo más perverso de la infidelidad poniendo de manifiesto que lo que comienza como una aventura, a veces, puede terminar en conflicto.

Buen guión y buenas actuaciones para un drama sólido. Ni más ni menos que la vida real.

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lunes, 6 de junio de 2011

La magia de Páez

En una noche muy fría cubierta por un cielo gris que amenazaba con una tormenta inminente, Rodolfo Páez irrumpe de smoking amarillo y polera roja desplegando toda su fuerza y sencillez, llenando de magia el Club Gimnasia Esgrima de Buenos Aires.

Transitando un momento de su vida en el que confiesa no saber de nada y estar aprendiendo todo de nuevo mientras disfruta del entusiasmo que eso le genera y asegurando que quien posee la certeza de saberlo todo se equivoca.

En el que no duda de no poder pensarse artísticamente sin Nebbia, García y Spinetta.

En el que se manifiesta abiertamente en concordancia con el gobierno actual y con todas sus medidas. Luego de un bicentenario majestuoso al que le dio un cierre del mismo tenor entonando un himno nacional que erizó la piel de miles de argentinos.

Así y luego de llevarlo de gira por escenarios del mundo, el rosarino imaginó el cierre del ciclo de presentaciones de su último disco “Confiá” en un estadio grande y abierto.

Al grito de “¡Vade retro, lluvia!” más de 12.000 almas estallaron con los primeros acordes de “Confiá” seguido de “Tiempo al tiempo”, dos de los temas más fuertes del disco.

Durante poco más de dos horas mostró varias de las canciones nuevas; “La nave espacial”, “London Town”, “El mundo de hoy” y “La ley de la vida”.

Infaltable fue el repaso entre los clásicos que marcaron etapas en la vida de muchos; “11 y 6”, “El chico de la tapa”, “Pétalo de sal”, “Polaroid de locura ordinaria”, “Brillante sobre el mic” entre otros.

La presencia de invitados especiales marcó momentos claves en el show. Las notas de un piano en manos de Leo Sujatovich – histórico tecladista de Spinetta Jade con quien Páez prepara su próximo material discográfico que lo llevará a España como primer destino – acompañaron la letra de “Un vestido y un amor” llenando de emoción al público.

Con un ritmo lento propio de su versión original sonó “El amor después del amor” para terminar muy arriba y casi como es tradición ya con la voz de “la diosa del Oeste”; según la bautizó el cantante; Claudia Puyó.

“Si no hubiera sido por él, ninguno de nosotros estaría tocando por allí”, fue la manera que Fito Páez eligió para presentar a Litto Nebbia que promediando el concierto tomo el lugar protagónico para cantar frente al piano “Solo se trata de vivir”.

El momento más emotivo de la noche fue quizás el dedicado a Gustavo Cerati; el “Gracias por venir, ¡gracias porvenir!” y el “Cruza al amor, yo cruzaré los dedos” de “Puente” tomó esta vez otro significado cantado por la multitud, después de que Páez propusiera entonar a coro durante largos segundos la nota “Si”, a modo de fuerza masiva para el músico.

Temas como “Naturaleza sangre”, “Al lado del camino” o “Circo Beat” sonaron con la intensidad de la guitarra de Gabriel Carámbula marcando el lado rockero que Fito mantiene desde sus comienzos y que a lo largo de su trayectoria no ha perdido. No hay mejor ejemplo de eso que cuando Páez deja el piano, se cuelga la Gibson SG y comienza a enumerar capitales del mundo sin muchas explicaciones. Se sabe que es el momento de "Ciudad de pobres corazones" y que es ahí cuando todo realmente estalla.

Pocas fueron las palabras que intercaló entre tema y tema. Esta vez no hubo lugar para los monólogos a los que Páez tiene a sus seguidores acostumbrados.

Como suele ocurrir, el cantautor se permitió cambios improvisados en las letras para adaptarlas a las circunstancias actuales. El comentario más festejado fue el que recordó irónicamente a Mauricio Macri y Elisa Carrió en el comienzo de “El diablo en tu corazón” con un marcado “Ey, ¿qué te pasa Buenos Aires?”.

Tras el bis y el cambio de vestuario llego el final; “A rodar mi vida”, “Buena estrella” y “Mariposa technicolor” cerraron el evento con una carga de energía positiva, la misma que en cada show Fito Páez transmite incansablemente a través de los años a su público.

La lluvia esperó apenas unos minutos para caer con toda su furia sobre la Ciudad de Buenos Aires. Permitió que todos abandonaran el lugar sintiendo aún un poco más ese encantamiento que Páez deja en el ambiente. Como bien lo dice su canción… una buena estrella viene con él.

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Sabores sin fronteras

Desde aquel pionero Gato Dumas que con una sólida base de conocimientos improvisaba frente a las cámaras, pasando por personajes como Blanca Cota, Choly Berreteaga, Karlos Arguiñano, Martiniano Molina, Narda Lepes, Patricia Miccio o la infaltable Maru Botana atravesando en patines los estudios del canal, la gastronomía en la televisión ha dejado de ser lo que era para convertirse en un gran show.

Los estudios de televisión simples y sencillos de los años 90 en donde cualquier ama de casa podía identificar fácilmente sus electrodomésticos e ingredientes comprados en el almacén del barrio, dieron paso a los escenarios naturales al aire libre, los viajes por el mundo y las cocinas más modernas y exóticas en donde predominan elementos tecnológicamente avanzados e ingredientes sofisticados que imponen moda.

En el pasado era el ama de casa común quien recurría a las recetas que Doña Petrona publicaba en revistas de actualidad intentando encontrar diversidad en sus platos así como también secretos, consejos y una referencia a la hora de hacer economía en el hogar.

Hoy la cocina en televisión se fusiona con la ciencia, la cultura, la creatividad, los personajes mediáticos y el arte en sus diversas manifestaciones. Las viejas recetas hoy encuentran su versión actualizada en internet.

Mostrada en tiempos reales; olores, colores y sabores parecen percibirse de una forma más palpable difícil de imaginar en otros tiempos, transformándose así en un estilo y un símbolo de modernidad para jóvenes y adultos.

La imagen de la señora mayor con delantal que cocina en su casa para una familia numerosa dejó lugar a una mucho más renovada que alcanza a hombres y mujeres de todas las edades; persiguiendo con sus uniformes de chef o looks informales; una finalidad aplicada al ámbito profesional y personal. Esto marca un cambio en los paradigmas establecidos años atrás en lo que a gastronomía televisada refiere.

El genero masculino se ha metido de lleno en esta categoría y ocupa hoy un espacio tan o más protagonista que el femenino.

Es en la televisión por cable en donde encuentra mayormente su lugar. Señales como elgourmet.com o Utilísima, íntegramente dedicados a la cocina observada desde una óptica más cultural y entretenida, permiten al espectador transportarse a lugares lejanos en donde se puede aprender conceptos y técnicas sobre comida peruana, cubana, mexicana, mediterránea, japonesa, asiática, francesa y hasta la más novedosa y renombrada “cocina molecular”, en donde se aplica la ciencia a la cocina doméstica y el restaurante.

En simultáneo a éste crecimiento en los medios, que hasta impulsó la inclusión de la categoría “Mejor programa culinario en cable” para la entrega de los premios Martín Fierro, la gastronomía le ha abierto las puertas al mercado de la enseñanza con la creación de exposiciones, escuelas, institutos y cursos de distintas especialidades que apuntan a la formación de líderes profesionales competentes en la materia. El número de alumnos; tanto argentinos como extranjeros interesados en aprender la cultura a través de la gastronomía, creció considerablemente en la última década .

Las consultorías gastronómicas dedicadas al asesoramiento y desarrollo de emprendimientos comerciales como restaurantes, bares y confiterías han sido otra consecuencia más de la mediatización de la temática.

La literatura fue otro ámbito afectado favorablemente por este cambio de paradigma. Desde recetas sencillas, hasta la historia, el origen y la evolución de las tradiciones y técnicas culinarias, la oferta literaria abarca todos los gustos llevando al lector a lugares tan interesantes como desconocidos. La literatura gastronómica tiene desde entonces un lugar asegurado en la Feria del Libro de cada año.

Desde lo ancestral hasta lo moderno, desde lo clásico hasta lo innovador, la gastronomía ha trascendido fronteras logrando una mezcla perfecta de culturas de todo el mundo.

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