lunes, 6 de junio de 2011

La magia de Páez

En una noche muy fría cubierta por un cielo gris que amenazaba con una tormenta inminente, Rodolfo Páez irrumpe de smoking amarillo y polera roja desplegando toda su fuerza y sencillez, llenando de magia el Club Gimnasia Esgrima de Buenos Aires.

Transitando un momento de su vida en el que confiesa no saber de nada y estar aprendiendo todo de nuevo mientras disfruta del entusiasmo que eso le genera y asegurando que quien posee la certeza de saberlo todo se equivoca.

En el que no duda de no poder pensarse artísticamente sin Nebbia, García y Spinetta.

En el que se manifiesta abiertamente en concordancia con el gobierno actual y con todas sus medidas. Luego de un bicentenario majestuoso al que le dio un cierre del mismo tenor entonando un himno nacional que erizó la piel de miles de argentinos.

Así y luego de llevarlo de gira por escenarios del mundo, el rosarino imaginó el cierre del ciclo de presentaciones de su último disco “Confiá” en un estadio grande y abierto.

Al grito de “¡Vade retro, lluvia!” más de 12.000 almas estallaron con los primeros acordes de “Confiá” seguido de “Tiempo al tiempo”, dos de los temas más fuertes del disco.

Durante poco más de dos horas mostró varias de las canciones nuevas; “La nave espacial”, “London Town”, “El mundo de hoy” y “La ley de la vida”.

Infaltable fue el repaso entre los clásicos que marcaron etapas en la vida de muchos; “11 y 6”, “El chico de la tapa”, “Pétalo de sal”, “Polaroid de locura ordinaria”, “Brillante sobre el mic” entre otros.

La presencia de invitados especiales marcó momentos claves en el show. Las notas de un piano en manos de Leo Sujatovich – histórico tecladista de Spinetta Jade con quien Páez prepara su próximo material discográfico que lo llevará a España como primer destino – acompañaron la letra de “Un vestido y un amor” llenando de emoción al público.

Con un ritmo lento propio de su versión original sonó “El amor después del amor” para terminar muy arriba y casi como es tradición ya con la voz de “la diosa del Oeste”; según la bautizó el cantante; Claudia Puyó.

“Si no hubiera sido por él, ninguno de nosotros estaría tocando por allí”, fue la manera que Fito Páez eligió para presentar a Litto Nebbia que promediando el concierto tomo el lugar protagónico para cantar frente al piano “Solo se trata de vivir”.

El momento más emotivo de la noche fue quizás el dedicado a Gustavo Cerati; el “Gracias por venir, ¡gracias porvenir!” y el “Cruza al amor, yo cruzaré los dedos” de “Puente” tomó esta vez otro significado cantado por la multitud, después de que Páez propusiera entonar a coro durante largos segundos la nota “Si”, a modo de fuerza masiva para el músico.

Temas como “Naturaleza sangre”, “Al lado del camino” o “Circo Beat” sonaron con la intensidad de la guitarra de Gabriel Carámbula marcando el lado rockero que Fito mantiene desde sus comienzos y que a lo largo de su trayectoria no ha perdido. No hay mejor ejemplo de eso que cuando Páez deja el piano, se cuelga la Gibson SG y comienza a enumerar capitales del mundo sin muchas explicaciones. Se sabe que es el momento de "Ciudad de pobres corazones" y que es ahí cuando todo realmente estalla.

Pocas fueron las palabras que intercaló entre tema y tema. Esta vez no hubo lugar para los monólogos a los que Páez tiene a sus seguidores acostumbrados.

Como suele ocurrir, el cantautor se permitió cambios improvisados en las letras para adaptarlas a las circunstancias actuales. El comentario más festejado fue el que recordó irónicamente a Mauricio Macri y Elisa Carrió en el comienzo de “El diablo en tu corazón” con un marcado “Ey, ¿qué te pasa Buenos Aires?”.

Tras el bis y el cambio de vestuario llego el final; “A rodar mi vida”, “Buena estrella” y “Mariposa technicolor” cerraron el evento con una carga de energía positiva, la misma que en cada show Fito Páez transmite incansablemente a través de los años a su público.

La lluvia esperó apenas unos minutos para caer con toda su furia sobre la Ciudad de Buenos Aires. Permitió que todos abandonaran el lugar sintiendo aún un poco más ese encantamiento que Páez deja en el ambiente. Como bien lo dice su canción… una buena estrella viene con él.

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