jueves, 24 de junio de 2010

Esa especie de magia

El caluroso día de Noviembre cala hondo en los cuerpos de la gente que debe transitar el microcentro porteño, pero para muchos de ellos no es uno más, a las 21.30 en Liniers, mas precisamente en el estadio del club Vélez Sarsfield, se llevara a cabo el recital de la banda inglesa Queen luego de 27 años de ausencia en nuestro país. Durante mas de 20 años Queen se compuso por el vocalista Freddie Mercury, el guitarrista Brian May, el baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon. Tras la muerte del cantante en 1991 y el retiro del bajista en 1997, el grupo ha pasado por una ausencia muy prolongada debido a que resulta imposible no asociar su nombre con el de su desaparecido y carismático líder, pero en 2005 la unión con Paúl Rodgers significo la vuelta para la banda con solo los dos restantes miembros originales (May y Taylor) y la posibilidad palpable de verlos en vivo para quienes no habían tenido la oportunidad. El viaje demanda un tiempo prolongado lo que permite ir sintiendo lentamente el clima que se va generando alrededor del evento. En ese trayecto se puede ver a hombres, mujeres y niños con una alegría notoria, como de aquel que esta por formar parte de una historia que soñó infinidad de veces. El clima continúa cuando llego a mi destino, los metros que restan hacia el estadio se hacen interminables, pero la sensación se torna cada vez más palpable hasta llegar a las inmediaciones del estadio. En medio de la efusividad de los fanáticos, me encuentro de frente con un hombre y su hijo, ambos con la misma remera de la banda, y a pesar de la diferencia de edad, con la misma expectativa reflejada en sus rostros. Para aumentar la impaciencia general, las puertas del estadio se abren una hora después de lo convenido lo que permite oír con claridad la prueba de sonido. Ya dentro una orquesta de niños hace más agradable la espera, entonando temas de The Beatles y por supuesto de Queen, hecho que enciende a la multitud a tal punto que un hombre le grita a modo de broma a uno de los chicos “Tené cuidado nene que dentro de un rato en ese escenario va a estar tocando Dios!” en referencia a Brian May. Repentinamente las luces se apagan y luego de que la pantalla gigante mostrara imágenes del cosmos una explosión de sonido los presenta directamente ante el público argentino para comenzar el show, los gritos ensordecedores de la multitud en ciertos pasajes no permiten que quede alguien en Vélez sin moverse. Luego de un comienzo tan frenético bien vale una pausa, y esa allí donde la nostalgia florece, Brian May en un rebuscado español le dice al público “traigo saludos de Freddie” para luego entonar junto a ellos una emocionante versión del clásico romántico “Love Of My Life”, donde afloran los llamados románticos y celulares en alza. El set acústico continua con canciones como “39”, donde un joven maldice el hecho de que su cámara se haya quedado sin pilas, a lo que la acotación de “que mal momento para quedarse sin pilas” de otro espectador provoca las carcajadas del resto. El público corea cada tema, y la mirada de los adultos resulta ser la misma que la de los niños, y es en ese mundo paralelo en el que se sumerge toda la gente que presenciaba el show. Brian May nuevamente hace gala de sus grandes dotes con la guitarra y ejecuta un solo impecable, para luego interpretar de forma virtual junto a Freddie Mercury el bellisimo tema llamado “Bijou”. A esta altura ya los cuestionamientos sobre “si es Queen o no desaparecen”, al igual que las casi ineludibles comparaciones entre Paúl Rodgers y Freddie Mercury, todos parecen estar en el aire, sostenidos por la emoción y la alegría. En cierto momento, el guitarrista debe pedir (en un dificultoso español) que la gente se vaya “un poquito back”, por lo peligroso que puede ser, lo que desata la risa del público por la expresión, aunque los mismos acceden al pedido sin problemas. Definitivamente la sorpresa de la noche fue “Under Pressure”, la cual May presenta como “esta canción es un símbolo para todos nosotros…de paz”, haciendo clara referencia a Malvinas, cuando el tema era numero uno en Argentina, hasta que fue prohibida la divulgación de música en habla inglesa, los primeros acordes de este tema fueron interrumpidos por el grito del publico al unísono diciendo “Nooo!”. Si algún reparo quedaba, la emoción que otorgo “The Show Must Go On” la pulverizo con la velocidad de un rayo, muchos miembros de la multitud abandonan el estado de euforia y rompen a llorar sin ningún tipo de reparo ante este tema, que trae a la memoria los últimos días de Freddie Mercury. Ese momento se coronó con lo que vendría, la obra maestra del fallecido vocalista: “Bohemian Rhapsody” con un cantante de forma virtual en pantalla, cantándola como si estuviera presente, como 27 años atrás; en ese momento un muchacho con lagrimas en los ojos grita desesperadamente hacia la pantalla “Porque tuviste que morirte..”, algo que provoca aún más nostalgia. Tan solo quedaba lugar para el cierre con el público entre lágrimas y con las manos extendidas al cielo, a modo de agradecimiento por tantos momentos vividos y de unión por medio de la música. Al igual que 27 años atrás la magia estuvo en Velez, de forma diferente, mientras que el reflejo se hace definitivamente visible en los ojos de esos niños que alguna vez disfrutaron de Queen y pudieron estar allí y ser parte de esa magia por primera vez, magia que unió, por lo menos por esa noche, a varias generaciones en una.

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