martes, 22 de junio de 2010

Las encrucijadas de Omaha

La película About Schmidt, estrenada en 2002, dirigida por Alexander Payne y protagonizada por Jack Nicholson, en el papel Warren Schmidt, ofrece una profunda mirada sobre la rutina, los quehaceres cotidianos y el poder de las personas de cambiar su vida y las de los demás.

Todo comienza cuando Warren pasa a retiro e inicia una nueva etapa en su vida. Se convierte en un recién jubilado, en una casa vieja, conviviendo con una mujer a la que la ve cada vez más anciana y un mundo inexplorado: el de un hombre mayor que no va a trabajar todos los días y tiene que mantenerse activo por sí mismo.

A Schmidt lo reemplaza un muchacho joven en su trabajo, con una licenciatura en Administración quien, según Warren, conoce bien la teoría y puede introducir números en una computadora, pero no sabe cómo manejar a la gente ni ser vicepresidente adjunto de una de las mayores compañías de seguros de los Estados Unidos.

Mirando la televisión, gracias a un comercial, alienado, da un primer paso para brindarle un nuevo sentido a su existencia. Decide apadrinar a un niño de Tanzania llamado Ngudu Ubu. Así es que comienza a escribirle cartas exagerando todo aquello que tiene que ver con su vida.

Las cartas son espacios en los que se escucha la voz de Schmidt, como narrador, justificándose a sí mismo. Buscando explicaciones dentro de sí. Desdiciéndose. Mostrando una faceta de sí mismo que las imágenes no alcanzan a retratar. Las cartas a Ngudu, actúan como la consciencia de Warren. A través estas, puede conocerse cuál es el verdadero pensamiento de Schmidt en cuestiones transcendentales. Sus valores, su moral y sus ideas sobre el mundo y sobre quienes lo rodean.

Tres sucesos se materializan en eventos inminentes en la vida de Warren. Desde el punto de partida, su jubilación y la consecuente cena de festejo por su retiro. Este peregrinaje concluye con el inminente casamiento de su hija Jeannie con Randall, un hombre al que Schmidt no aprueba. Las cosas que hacen su vida, que la entorpecen, se materializan en actividades sociales. Algo que contiene cierto tinte trágico para un hombre tan alienado como Warren.

Entre su retiro y el casamiento de su hija, ocurre un acto que lo sumerge aún en una tristeza mayor. Este hecho, desencadena un viaje que transforma a la película por momentos en una Road Movie llena de encuentros, sorpresas, momentos de comedia e instantes agridulces. Al igual que su vida, es un trayecto lleno de rechazos, frustraciones, humillaciones y fracasos. Schmidt se da cuenta de que nunca ha hecho nada destacado en la vida, ni tampoco ha hecho nada por mejorar la vida de los demás. O eso cree hasta el final.

En su travesía por las rutas, como si se tratara de un Quijote de 66 años y de Omaha, Nebraska, Warren se ve a cada momento cada vez más parecido a quienes alteraron su entorno y lo pusieron en distintas encrucijadas durante su vida. A su mujer, que veía como a una persona vieja, que le gustaba coleccionar desde tazas hasta muñecos, se encuentra él, más tarde, comprando las mismas estatuillas. Así también, a alguien que le ofrece su amistad en medio del viaje, de manera desinteresada, como su mejor amigo hizo con él, lo traiciona en el primer intento.

De esta manera, al protagonista de la película le sucede como al Quijote en la segunda parte del libro que lleva su nombre. Se parece cada vez más a Sancho Panza, y este último, se asemeja cada vez más al ingenioso caballero de La Mancha.

La vida le arrebata a Schmidt todo lo que está a su paso: desde su trabajo hasta a su hija y todas las instituciones que habían dado alguna forma a su vida. Una existencia digna del prototipo del sueño americano. Al perder todas esas cosas, sin todas estas herramientas que edifican la moral burguesa, finalmente él puede evaluar si logró cambiar su vida o la de alguien más. “Perdiéndolo todo, seremos libres para obrar” escribió el periodista y novelista estadounidense Chuck Palahniuk en su Best Seller El Club de la Pelea.

Al no estar atado a todo lo que antes tenía que acababan por poseerlo, puede ver con claridad si pudo ser o hacer algo importante con su vida. Warren se pone como ejemplos a seguir a Henry Ford y Walt Disney, dos íconos de la cultura popular estadounidense. Según él, alcanzaron cambiar la vida de la gente con sus ideas. Algo que descubrirá por si mismo, tarde o temprano.

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