miércoles, 27 de julio de 2011

Matrimonios y algo más

John Curran dirige “Ya no somos dos”, una película que muestra la vida de dos matrimonios desgastados. La raíz del film nace en las infidelidades de los integrantes y en el desarrollo de las mismas.

Por Rocío Paz

Música, risas y miradas cómplices. Cada uno de ellos asume la verdad que los corrompe. Hank pasa la mano por la cintura de su mujer, deseándola. Terry envidia esa atención. Jack, su marido no le demuestra importancia, no la busca, no la provoca, solo la juzga. Así comienza “Ya no somos dos” un film donde se afirma a la infidelidad, la traición y la mentira como raíces de las relaciones actuales.

Este extraño cuarteto convive en un círculo vicioso sin escrúpulos. Los cuatro se encuentran insatisfechos con su vida. Jack Linden (Mark Ruffalo) y Hank Evans (Peter Krause) son profesores universitarios que suelen armar reuniones junto con sus parejas. Hank manifiesta ser un escritor, frustrado por no obtener la publicación de alguna de sus obras. Jack, se muestra como una persona harta de su rutina, cansado de su esposa y el desorden, intentando ejercer su rol de padre lo mejor posible.

Por el otro lado, se encuentran la mujer de Jack, Terry (Laura Dern), quien es la mejor amiga de Edith (Naomi Watts), esposa de Hank. Ambas son totalmente diferentes. A pesar que las dos son amas de casa, Terry es sumamente desprolija, no ordena, no cocina, y no es una madre tan presente en la vida de sus hijos. Edith, es todo lo contrario. Con una casa reluciente, detallista y prolija a la hora de cocinar para su marido, y con una única hija con la cual se encarga de prestarle la atención que necesita.

En este film se presentan varias situaciones particulares. Por un lado, Terry demuestra tener un problema con el alcohol ya que suele tomar más allá de las reuniones, en sus momentos de ocio tiene como vicio servirse un vino. El alcoholismo es claramente una manera de escaparse de su rutina, de ocultar sus miedos, de no enfrentarse con la realidad pura: un matrimonio desgastado, una vida sin motivación alguna, las típicas ataduras del ser ama de casa, la dependencia hacia su esposo, el desprecio del mismo, todas aquellas cosas que hacen miserable su vida, y que en un intento de desesperación, busca cambiarlas en un primer momento en la bebida, y cuando cree que todo está perdido, “haciendo buena letra” al sospechar que su marido mantiene un romance con otra persona.

Edith es la mujer perfecta, pero eso no alcanza para Hank. Un hombre egoísta, ambicioso, competitivo. Su mujer sabe que él puede vivir perfectamente sin ella, no es su pieza necesaria en el rompecabezas de la rutina. Edith sufre por eso, y se refugia en los brazos de Jack. Hank sabe que Edith tiene ese consuelo externamente, lo permite, y hasta lo agradece.

El punto clave de la película está cuando Terry comienza acercarse a Hank. Increíblemente, lo hace público ante su marido. Busca la provocación del mismo, que lo sepa, que reaccione. Sin embargo Terry no imagina que su amiga Edith es quien mantiene el romance con Jack. Esta mezcla de parejas desembocará en la ira y obsesión, a la vez, de los personajes.

Terry busca deshacerse de Jack en su vida, él intenta retractarse con ella cortando todo tipo de vínculo con Edith. Hank aprueba la unión entre su mejor amigo y su esposa, ya que lo considera beneficioso para su trabajo: “es más fácil vivir con una persona que se siente amada” justifica. Por su parte Edith decide preservar a su hija de toda esta situación, una vez que Jack corta con su vínculo y se va hacia lo de su madre.

“Ya no somos dos” muestra a la infidelidad como algo ya cotidiano en las parejas de hoy. En las sociedades actuales las relaciones ya no son construidas sobre las bases de la fidelidad y mucho menos del amor eterno. A diferencia de otros tiempos, hoy por hoy, todos pueden ser reemplazables. Los valores cambiaron, y los vínculos se disuelven como agua ante las necesidades de cada uno. Se busca complacerse a modo individual y no en conjunto. Así lo demuestra Hank, quién necesita de la relación entre Jack y Edith, para poder ser exitoso con lo que hace.

El film muestra a personas egoístas e infantiles. Ninguno, a pesar de las atenciones cotidianas que reciben, ejerce el verdadero rol de padre. La infancia queda desdibujada ya que sus propios chicos son quienes enfrentan aquello que sus padres niegan ver, que su pareja está desgastada, rota y basada en una ficción de valores.

“Ya no somos dos”, de John Curran, contrapone la historia de dos matrimonios diferentes pero con una misma igualdad de condición. Desamor, fracaso, mentiras e infidelidades son las raíces de este relato, que por momentos, se estanca en la imposibilidad de avance, de madurez o de cambio de sus propios protagonistas.

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