jueves, 4 de agosto de 2011

"La antena" a tierra

En tiempos donde los medios de comunicación están en la mira, la reflexión personal no debería hacerse esperar más. Llena de metáforas, expresiva, de estética visual atrapante y con un mensaje claro; Esteban Sapir propuso en su segunda película una nueva forma de analizar a los encargados de la comunicación social. “La antena” dirigida por Esteban Sapir y estrenada en el 2007, si bien está en blanco y negro, es muda y tiene una estética futurista, no deja de ser expresiva, poética y paradójicamente, ruidosa en cuanto a los choques visuales se refiere; resultó ser uno de los films más atrapantes de los últimos tiempos y permite, sin duda, realizar una autocrítica con respecto al sistema en el cual estamos inmersos. La concentración de los medios de comunicación bajo el mando de pocas voces no sólo es una de las cuestiones a atender en nuestro país, sino que es el foco principal de una película que intenta, mediante el uso de metáforas y una historia con personajes fuera de lo convencional, hacer entender de manera eficaz una temática tan importante. Para ello, los utilizó y los inventó tan excéntricos pero que representan la idea de la mejor manera. Toda la película transcurre en “La ciudad”, un lugar en donde a todos los habitantes les fue robada la voz y cuyo líder, el “Señor TV” quien tenía todo el control. Su ideal, convertirse en amo eterno estaba a punto de concretarse, sin embargo no tenía lo único que necesitaba: “La voz”, representada por una hermosa mujer que, curiosamente, fue la única que pudo conservar el don del habla. Después de una larga y colorida persecución con idas y vueltas, a un instante de que incluso, la forma de pensar, estuviera dominada por el “Señor TV”, la película da un giro inesperado en manos del hijo del personaje de “La voz”. De relato sencillo pero no simple, Esteban Sapir siguió la línea estética de su anterior película, Picado Fino, también en blanco y negro. Esta vez, la historia va mas allá del amor, dolor, futuro, familia y todo lo que eso conlleva, se centra, sin decirlo, en una de las cuestiones más importantes que tiene Argentina en cuanto a la comunicación democrática se refiere. Monopolios, la no multiplicidad de voces, holdings, mensajes con mismo contenido; consumidores sin voz, callados, sumisos y resignados, son sólo algunos rasgos que este film deja ver en medio de una historia con personajes mudos, raros y rebuscados y con la capacidad de generar dudas. Si bien “La antena” suaviza lo que realmente quiere contar el director, esto no deja de ser claro y evidente. Nos encontramos inmersos en una realidad similar a la del film: los medios de comunicación sólo responden a sus intereses, para conseguirlos transmiten una misma idea a través de todas sus versiones: gráfica, radio y televisión, determinando así grandes empresas dueñas de la voz e incluso muchas veces, no permitiendo otros puntos de vista. “La Antena” se ofrece para ser el puntapié inicial para abrir los ojos, estar atento y encontrar empatías por una forma distinta de analizar una realidad tan normal como lo son los medios de comunicación. Lo importante es comenzar a ver otras aristas del “hoy” como propone Sapir y no dejarse engañar con lo que se ve, se oye y se lee.

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