martes, 30 de junio de 2009
NO MUSIC, NO LIFE...NO RELIGION
domingo, 21 de junio de 2009
Sube y baja,¿es nuestra la web?
En algunos blogs personales ya se daba información precisa del nuevo disco de U2. Un asunto llamativo era el análisis detallado de cada una de las canciones, debido a que aún faltaban veinte días para la salida oficial del álbum. Por esta razón, se intuía que el trabajo ya circulaba en la web. Este no era un supuesto erróneo, la confirmación llegó al escribir el nombre del disco en una página de descargas, ya que en cuestión de segundos aparecieron decenas de direcciones de páginas afirmando que con un solo “click” se podía dar rienda suelta a la descarga. Cinco minutos después ya estábamos escuchando “Magnificent”, la novedad musical de la banda liderada por Bono. Las dudas estaban disipadas, por lo menos en cuanto a la facilidad con la que se accede gratuitamente a un disco que en las disquerías se ofrecerá (¡cuando salga a la venta!) a más de $60.
Sin embargo, los interrogantes florecen a la hora de analizar el instante en el que un usuario de Internet decide adquirir el álbum de manera ilegal. ¡Un momento! ¿Ese individuo sabe que está cometiendo un delito? ¿Tiene noción del perjuicio que les ocasiona a los músicos consagrados? Tal vez si sea conciente de aquello, pero igualmente decida imponer sus propias reglas sobre lo que se debe hacer y lo que no. Al parecer se está gestando una nueva reglamentación sobre los contenidos que circulan en la “red mundial”, con el agregado de que quienes deciden son los usuarios. Además, cada una de las personas que navegan en Internet, tiene una noción distinta sobre lo que puede resultar perjudicial para un tercero.
Esta nueva concepción que existe sobre la propiedad ajena, se ha ido formando a medida que la web comenzó a ser de fácil acceso para gran parte de la población. Esto, sumado a la virtuosidad con la que se accede a los contenidos o a las relaciones impersonales entre personas, permite que todo sea concebido en otra dimensión. En la cuál, los valores aún no son aplicables; ya sea por el anonimato con el que se “navega”, que muchas veces muestra la cara oculta de una sociedad individualista que expresa sus desacuerdos al sentirse impune; o tal vez, porque todo sea una decisión que está implícita en el imaginario colectivo de los cibernautas, derivada de un sentimiento de libertad propio de las bondades que brindó Internet desde su creación.
Esta cuestión, se ve reflejada en la función que tienen las personas en este medio, el cual permitió que el usuario deje el rol pasivo y pase a ser un productor de contenidos acordes a sus gustos, o a lo que él cree interesante para la sociedad. La libertad en cuanto a la publicación de contenidos y a la diversidad de los mismos, nunca había estado tan al alcance de “personas comunes”, quienes ven en esto la posibilidad de elegir sin intermediarios. Por lo cuál, es factible suponer que la nueva generación vea una especie de revancha contra el monopolio imperante durante décadas, la cuál expresan a través de decisiones acordes a su parecer.
Por otra parte, sabemos que Internet es un medio joven, que se globalizó a partir de la mitad de la década del noventa y sobre el cual aún se siguen descubriendo constantemente nuevos atributos. Pero lo que es claro, ¡es el cambio en la forma de envío del mensaje! En la web, todos somos emisores y receptores a la vez, gran diferencia con medios masivos como la televisión o la radio. Debido a que estos llegan de manera unidireccional, es decir, que el televidente o el oyente eligen dentro de una oferta cuantificable, que tiene el agregado de no brindarle a las personas la posibilidad de respuesta o de incidir en el contenido de los mismos. Por lo cual, ver una venganza representada en el uso de la “red global” no resulta ilógico. Es más, éste es un lugar que carece de dueños, y quien lo desee es parte, más allá de los vanos intentos por reglamentar o poner precio a su uso. Cuestión ante la que los cibernautas toman un camino “esquivo”, ya sea buscando otro programa que permita seguir bajando canciones; viendo películas fragmentadas en “youtube”; o eligiendo usar un sistema aún no descubierto por los moderadores de los grandes monopolios.
Lo que está claro, es que quien abona por las herramientas que brinda Internet, lo hace por decisión propia y no por obligación. Esto se debe a que el miedo a la actual legislación aún no impera sobre “la masa”. Ser anónimo o creer serlo agiganta la ilegalidad, es una posición desde la cuál, siempre optaremos por aquello que resulte beneficioso para nuestra economía, y/o basaremos la decisión en la calidad de lo consumido.
Por lo tanto, lo innegable es que los tiempos cambiaron al igual que se modificaron los contenidos y los protagonistas. Todo en una pantalla, total acceso con un solo “click”; por lo menos, eso es lo que nos enseñó la televisión….viernes, 19 de junio de 2009
CRASH PARA NO CHOCARNOS
EL CRASH DE UN MUNDO MULTICULTURAL
DIBUJO Y PINTURA: ¿UNA SOCIEDAD PERFECTA?
Lucía D’Agostino y “Con-Tango-Historias II” en la Biblioteca Nacional (septiembre 2009)
“Te imaginás una gota de vinagre derramada sobre una herida? ¿Cómo puede haber un amor que duela tanto? ¿Cómo se dice eso?”.
Con estas palabras, Lucía D’Agostino, la única alumna de Roberto Goyeneche, recibía de su maestro la mejor lección, el legado más preciado: entender que al tango se lo canta con el corazón…
Y mientras canturreaba los versos de Fuimos, el tango de Homero Manzi, el Polaco explicaba: “Yo creo que las grandes voces no son las que suenan más fuerte, sino las que tocan las membranas auditivas y del corazón”.
Es que si algo destaca a la cantante de voz grave y femenina a la vez (tiene un registro de contralto) es su interpretación. Cada tema, cada estrofa, tiene una carga dramática, una teatralidad, que embarga al auditorio, creando un clima emotivo muy especial.
Hija de padres cantores y psicóloga de profesión, Lucía D’Agostino se inició en los ritmos latinoamericanos y populares, hasta que tuvo la certeza de que el tango era lo que más la gratificaba, y decidida, quiso aprender de los mejores.
“Llegar al Polaco fue una búsqueda, no casualidad” suelta ahora, recordando ese momento. “Había quedado impresionada con un homenaje que Goyeneche le hizo a Homero Expósito. Me fijé dónde tocaba y lo fui a ver para pedirle que sea mi maestro, una noche, en el café Homero de Palermo Viejo. Fui con mucho miedo. Pensé que no me iba a dar bolilla. Pero –cuenta todavía asombrada- el sacó una tarjeta y me dijo: ‘Con mucho gusto. Doy clases de dicción e interpretación’”.
Algunos años después supo la verdad: Goyeneche no daba clases ni le interesaban, pero ella había sido tan respetuosa, tan humilde, que el Polaco se apiadó.
“El no solo no daba clases sino que consideraba que cantante se nace. Es algo natural. Nada de estudiar técnica” asegura, y una entrevista dada por el maestro hace muchos años parece darle la razón: “Los tangos se maman. En la casa, en la calle, en la esquina, en el café. Después aprendí escuchando. El que cree que ya sabe todo está listo. Yo escucho, leo, estudio y después, recién después, elijo los temas que voy a cantar”.
El poeta Horacio Salas dijo que con las letras de Pascual Contursi “comienza el tango que cuenta historias”. Pero es con Roberto Goyeneche que el cantor también lo hace. Así entonces, Lucía aprendió de él a cantar contando, pero con un estilo propio. A transmitir y difundir la emoción del tango: cada tema la acerca al público, y ella hace gala de cierto histrionismo que permite comprender porqué ese tango y no otro. A veces, incluso, hay una pequeña teatralización.
Acompañada por Ivana Vazquez Pirillo y Juan Stang como pareja de bailarines, y el Ariel Pirotti Trío (piano-bandoneón-contrabajo), las presentaciones de D’Agostino tienen mucha producción para la puesta en escena. Nada parece librado al azar y durante casi dos horas se alternan el canto y el baile del 2x4.
Con un repertorio que incluye tango-canción o tango-argumental con otros más reos, Lucía trabaja con imágenes, con sentimientos y fundamentalmente con el cuerpo, para transmitir la pasión y el corazón. Como ese grito final, con la frente hacia el cielo y el puño en alto, con que cierra Balada para un loco de Astor Piazzola.
Enrique Santos Discépolo dijo alguna vez: “No he vivido la letra de todas mis canciones porque eso sería materialmente imposible, inhumano. Pero las he sentido todas, eso sí”. Con muchísimo respeto y desde su lugar en este duro camino que es la vida, Lucía D’Agostino también.
Lucía D’Agostino se presentará el sábado 12 de septiembre de 2009 a las 17 en la Biblioteca Nacional presentando su show “Con-tango-historias II”. La entrada es libre y gratuita.
Con dos trabajos editados: Un verso te dejó y Tangos que no debo, Lucía cuenta con el auspicio del Club de Amigos del Polaco, que preside Luisa Goyeneche.
Fuentes:
El polaco. La vida de Roberto Goyeneche (Matías Longoni – Daniel Vecchiarelli) Editorial Atuel. 1996.
El diario del Tango, publicado por Revista Noticias de Editorial Perfil.
sábado, 6 de junio de 2009
La ingratitud literaria
jueves, 4 de junio de 2009
Chema Madoz, fotógrafo
Tuve la oportunidad de observar una muestra de fotógrafos españoles durante una visita a la Escuela Argentina de Fotografía. La exposición no era “oficial” por cuanto sólo tenía fines didácticos pero de todas formas no dejaba de ser como corresponde: gigantografías e impresiones a gran escala, un folleto improvisado con breves reseñas de cada uno, y un detalle: todos fueron ganadores alguna vez del Premio Nacional de Fotografía que desde 1994 otorga el Ministerio de Cultura de España.
En el amplio patio de la casona estilo colonial del barrio de Belgrano, convergían los trabajos del octogenario Joan Colom, pionero de las series fotográficas, con los sugerentes retratos marginales de Alberto García-Alix; y las antiquísimas tradiciones españolas de Bárbara Allende –conocida en el ambiente como Ouka Leele- frente a los agudos foto-reportajes de Cristina García Rodero. Todos dueños de una técnica depurada y fenomenal reconocidas.
Sin embargo, al final del recorrido, y en un pequeño ambiente que hace las veces de cocina, había quedado Chema Madoz, un autor que no había podido ocupar su lugar en la galería, abrumada como estaba por sus compatriotas. La sensación que tuve en un primer momento fue que había sido adrede: su obra minimalista, de formas geométricas simples, con una preponderante naturaleza muerta, parece encajar perfecto con la decoración de una cocina y hasta supuse que no formaba parte de la exposición sino que era su lugar habitual.
Un sumidero que funciona como seca platos; una rejilla por donde parece que se escurrió toda la humedad del mundo, una escalera que se sumerge en el espejo, en una versión libre del cuento de Lewis Carroll. Las imágenes se suceden otorgando nuevos sentidos para los objetos harto conocidos de la vida cotidiana y Madoz logra una mirada particular, que descoloca al espectador y tiene visos de humor.
Recordé al filósofo y ensayista francés Jean Baudrillard, que si viviera, sería el primer crítico de Madoz. “El arte ya no es una forma excepcional, ahora la realidad banal se ha vuelto arte, arte fue una forma, y luego se volvió un valor, un valor estético, […] porque toda realidad se ha vuelto estética, hay una confusión entre arte y realidad, y el resultado de esta confusión es la hiperrealidad. Pero, en este sentido, no hay más diferencia radical entre arte y realismo. Y esto significa el fin del arte. Como forma, claro.”
Chema Madoz (50) es madrileño y se destaca por la amplia popularidad que su obra despierta. No es un fotógrafo técnicamente dotado aunque destaca en el control de la luz como materia prima. Defensor del blanco y negro, tiene la capacidad de localizar y reagrupar los sentidos y significados de las cosas para reordenarlos en otros nuevos subyacentes. Prefiere trabajar con pocos recursos y es casi imposible individualizar más de dos o tres objetos en la misma composición. La dualidad es su marca registrada.
En sus trabajos sobre semiótica, Roland Barthes recomendaba contextualizar los objetos fotografiados con los elementos de su entorno, para obtener su significación global. Madoz incita y estimula la percepción, y obliga a contextualizar en un marco diferente. Experiencias anteriores generan un sentido que puede variar constantemente a partir de otras nuevas, por cuanto sus objetos están en un contexto polifacético. Una idea que se parece mucho a la poesía, porque con fuerza, Madoz es esencialmente tropos.
Metáforas fotográficas que en su opinión, están construidas de mala manera: “Quiero decir que mis objetos están construidos para ser fotografiados. No tienen empaque, ni una presencia cuando los ves físicamente. No hay un acabado maravilloso, solo un aspecto de ellos que vas a fotografiar es lo que funciona. Sacados de ese contexto funcionan en contadas ocasiones. Alguna vez también me ha ocurrido lo contrario: un objeto que es muy atractivo y que no funciona al ser fotografiado. Sin embargo, lo normal es justo el caso contrario.
No recuerdo en qué momento consideré a la fotografía como algo espinoso. Las ideas que fluyen de Chema Madoz provocaron un quiebre mayor. Fotografiar no es sólo el mero acto mecánico de mirar por un orificio y presionar levemente un botón. Y es maravilloso que así sea.
Sitio oficial: www.chemamadoz.com
lunes, 1 de junio de 2009
EL CINEMA DE LOS SUEÑOS PÉRDIDOS
Por. Ignacio González Prieto.