miércoles, 15 de julio de 2009

¿De qué te reís? (Policías en acción o la ridiculización de la tragedia)

La explosión de los realities show ha sido un exitoso fenómeno de la última década. Estos programas se dedican a mostrar situaciones en apariencia reales, y los hay de todo estilo y para todos los gustos. Sin embargo, “Policías en Acción” (desde aquí, PEA) parece haber redoblado la apuesta: un formato novedoso -al menos en la televisión argentina- y un escenario tan variopinto como inquietante: la calle. En una atmósfera que por momentos parece ficción, se nos presenta una galería de personajes que conviven dentro de la fauna urbana. El barrio se presenta como lugar de acción, a menudo principal articulador de las peleas callejeras, donde se representan las figuras del “bueno” -usualmente encarado por el policía- y el “malo”, es decir los delincuentes. Sobre esta premisa básica de personajes antagónicos gira la mayor parte del programa, con el aliciente de incluir palabras que para más de un espectador podrían resultar extrañas, pero que dan su aporte para entender el “espíritu callejero” de esta producción. Sin embargo, es prudente detenerse a observar un detalle que para muchos puede pasar desapercibido: en el ambiente donde ocurren los hechos de PEA abundan la marginación y la vida precaria. Sus ciudadanos son discriminados y parecen estar sumergidos en un submundo desconocido para las clases superiores. Dentro de este espacio olvidado, el programa se encarga de poner de manifiesto situaciones dramáticas pero valiéndose de un humor bizarro que entretiene (o distrae) a los televidentes y les evita preguntarse: ¿Qué causa gracia de una realidad a la que no es ajeno ningún ciudadano? ¿Por que para reírse se utiliza un programa con referencias hacia la clase baja, mientras que los noticieros enfocan las mismas tragedias desde la óptica de otros sectores? No es casualidad que la mayor parte de la audiencia de PEA sea de clase media. Algunos podrán aventurarse en que la gente se interesa por ver la perspectiva de un grupo social que no conoce, sin embargo esto podría ser verdadero en el caso que el programa se tratara de un documental, pero no lo es, se trata de un formato que apunta al humor. Entonces, ¿Qué es lo que causa gracia en la clase media? Veamos un ejemplo: En PEA se nos presenta un robo a mano armada, con persecución y desenlace en una villa de emergencia, donde los delincuentes son arrestados tras un dramático operativo de madrugada que incluye allanamientos en casas de familia. El policía, tras arrestar al ladrón comienza a interrogarlo, y el muchacho –en evidente estado de alcoholemia- no puede hilvanar una frase concreta. El policía lo sobra mientras de fondo se escuchan efectos de sonido que le aportan la cuota humorística a una situación que en otro contexto no sería tan “light”. Sin ir más lejos, en los noticieros se suceden situaciones como éstas todos los días, aun con menos detalle ya que los periodistas suelen llegar a la escena delictiva cuando el hecho ya fue perpetrado. Aquí volvemos a lo que planteábamos líneas arriba, es decir que lleva a los seguidores de PEA a reírse de hechos que repudian cuando suceden en su entorno, y por qué se utilizan las clases bajas para este tipo de programas, mientras que los noticieros se hacen más eco de las noticias que suceden en las clases medias-altas. Es fácil acusar a la rivalidad que siempre se dijo que existe entre las clases sociales, pero en contraparte podría pensarse que los mismos hechos, aunque en contextos y clases sociales diferentes, generarían el mismo rechazo o aprobación. Entonces vuelve a surgir nuestra pregunta. Es complicado ensayar una respuesta ya que para alcanzarla es preciso realizar no solo un estudio sociológico, sino también establecer paralelismos entre el éxito de la televisión y su elemento contradictorio que plantea las mismas situaciones en dos contextos bien diferenciados. Quizás sea ella quien nos establezca los parámetros de lo que es entretenimiento y lo que es noticia, y nosotros seamos solo espectadores pasivos que nos limitamos a consumir este tipo de formatos sin cuestionarnos ciertos aspectos que a fin de cuentas no parecen importarnos.

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