jueves, 22 de julio de 2010

Crítica cultural a la película “A propósito de Schmidt”

Crítica cultural a la película “A propósito de Schmidt” Por Natalia Zoff A propósito de Schmidt es una comedia. Pero es mucho más triste que muchísimos melodramas que buscan la lágrima fácil. Podemos reírnos con el señor Schmidt (Jack Nicholson) al compartir sus pequeñas miserias cotidianas, pero en realidad lo que produce la contemplación del transcurrir de sus días es una tristeza infinita. El señor Schmidt ha vivido siempre según las reglas establecidas: un trabajo, una familia, una casa. Nunca se le ha ocurrido pensar que en la vida podía haber algo más. Y, de pronto, a los 66 años, en condiciones físicas perfectas, se encuentra jubilado de su trabajo y decidido a atravesar el país en una camioneta para ir a ver a su única hija. Este viaje le permitirá al señor Schmidt descubrir que su existencia ha sido una completa estupidez, que nada de lo que ha hecho o pensado durante todos esos años sirve para nada, que en definitiva ha desperdiciado su vida inútilmente. La única salida que le queda al señor Schmidt para poder soportar lo que le pasa, son las larguísimas cartas que le manda a Ndugu, un niño de Tanzania al que apadrina por 22 dólares al mes, que sin quererlo se convierte en el depositario de sus absurdas e incomprensibles confesiones. Para Warren Schmidt su vida comienza a dejar de tener sentido desde el día siguiente a su retiro, por lo que entra en una crisis existencial que lo hace cuestionarse sobre cuál ha sido su aportación al mundo en general. En una sociedad como la actual, en la que las personas que llegan a las seis décadas son consideradas prácticamente improductivas, y en la que es sumamente difícil encontrar trabajo, se enfrentan entonces a un problema todavía mayor: qué hacer con su vida. “About Schmidt” es un retrato de un hombre común y corriente que se acerca al final del camino incluso con una gran cantidad de preguntas para las que no encuentra una respuesta satisfactoria, de lo que es envejecer y sentirse perdido en una abrumadora soledad de emociones, en las que las preguntas que frecuentemente se vienen a la cabeza son aquellas relacionadas con el legado que se deja para la posteridad, el saber si nuestra existencia ha servido para algo o para alguien. Sin lugar a dudas, queda demostrado el sentimiento de la soledad en Warren, le dedicó su vida al trabajo y dejó pasar por alto, por ejemplo el crecimiento de su hija, entre otras cosas relevantes, y a sus 66 años se encuentra solo y sin saber para dónde disparar. La soledad juega un papel sumamente importante en este caso, lo hace dar cuenta, que no disfrutó de las relaciones con los demás (mujer e hija) al no ser satisfecha su necesidad de compañía, intenta ponerle remedio al asunto aumentando su círculo social y disfrutando más de la presencia de los otros, y elige viajar para resolver antiguas cuestiones y recuperar algo del tiempo perdido o malgastado. Vida hay una sola, y disponemos de infinitos caminos para transitarla, está en nosotros la decisión de elegir cuál de ellos tomar, y con quien recorrerlo. Puede haber muchas piedras en el camino, podemos avanzar, retroceder y hasta retomar los pasos.

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