jueves, 22 de julio de 2010

Gorda ¿Cuanto pesa el amor?

Esta historia se desarrolla en la marco de la sociedad actual, y narra la historia de Tommy (Gabriel Goity) un hombre de negocios, medianamente exitoso que se enamora de Helena (Mireia Gubianas) una mujer extrovertida, graciosa y encantadora. A simple vista podríamos decir que es una clásica historia de amor, por momentos bordeando lo cursi, pero al avanzar la obra, podemos observar que no se trata solo de una historia de amor, sino que va mas allá de estas dos personas y de la fascinación que tienen la una por la otra. Desde la butaca uno puede reír a carcajadas en las escenas que comparten Helena y Tommy, pareciera ser que esta pareja son el uno para el otro (Alcoyana, Alcoyana como diría el gran Berugo Carambula) y en un tiempo difícil para las relaciones amorosas, donde no abundan el compromiso, el amor, el respeto, ellos parecieran haber encontrado a su otra mitad y logran que uno los mire casi con envidia, de la relación que logran establecer. Pero como no es una película de Hollywood, sino que trata de narrar la realidad amorosa de dos personas comunes y corrientes, aparecen también con ella los problemas ordinarios. Hasta aquí hablamos del amor por sobre todas las cosas, pero hay un detalle sobre Helena que hasta aquí no se mencionó y que no sería relevante para Tommy, si quienes lo rodean no se lo hubieran hecho notar. El hecho es que la genial Helena, tiene 30 kilos de más, y si bien lleva su personaje de tal manera que a uno le pasa casi por desapercibido, el círculo de Tommy no lo cree así, y se empeñara en marcárselo. Es aquí donde aparecen los personajes más retorcidos y oscuros, aquellos que al verlos en acción, reflejan lo crueles y despiadados que podemos ser las personas y las consecuencias que podemos causar en quienes queremos, por el solo hecho de que sus elecciones no estén a nuestra medida. Como todo hombre de negocios, Tommy esta acompañado por un amigo, casi un asesor de su imagen, una especie de voz interior que le indica el camino a seguir, y al pie de la letra lo cumple el personaje de Nacho (Jorge Suarez), que con sus comentarios y tomentos termina envolviendo a Tommy en los planteos y prejuicios mas superficiales, que lo alejan totalmente de aquellos sentimientos puros que tenía hacia Helena y lo hacen ver una realidad distorsionada, de la que no sabemos si podrá volver. En este punto de la obra uno no puede dejar de pensar en cuántas veces la gente se enamora de tal manera que solo puede ver a la persona amada con un ser casi perfecto, y recordar ese dicho que habla sobre que “el amor es ciego”. O ese comienzo de la relación donde uno vive en una especie de nube, con música de fondo y a manera de videoclip va viviendo su historia de amor. Pero en algún punto de la relación esa nube se esfuma, la música se apaga y nos damos cuenta de que nuestro amado/a es un ser lleno de imperfecciones, pero al que igualmente elegimos amar. Este proceso lo hacemos solos y a se da medida que avanzamos en nuestra pareja, pero en este caso a los personajes no se les da esta oportunidad, porque de la mano de Nacho y su secuaz Juana (María Socas), una mujer flaquísima, linda y con altísimos niveles de superficialidad, le hacen ver a Tommy que su amor lo está cegando y que si no toma una decisión rápido, terminara sometiéndose al suicidio social. Donde lo espera una vida al lado de su enamorada, tal vez, pero lejos de sus amigos, de sus eventos sociales y demás, porque claramente, no hay ningún lugar allí para Helena A esta altura uno no puede creer lo que escucha, al borde de la bronca y el enojo por lo que Nacho y Juana le están haciendo a Tommy y Helena, uno se enoja, los critica a más no poder y en el momento en que ya no quedan insultos, surge la pregunta pero, ¿no somos todos un poco como Juana y Nacho?, y si bien la respuesta es personal, en cierta forma podría ser afirmativa, aunque duela. Porque somos parte de esta sociedad que discrimina al diferente, que consume todas las revistas que hablan de cómo ser cada día mas perfecta, cmo cambiar las veces que podamos el cuerpo que nos tocoó y las que recuerdan que a cualquier costo no lo dejemos envejecer porque eso sería terrible, que admira a las modelos casi anoréxicas, a los programas que muestran mujeres irreales y de plástico y a toda dieta que nos prometa bajar la mayor cantidad de kilos posibles en el menor tiempo, porque preferible morir de hambre antes de ser tomada por gorda. Lamentablemente como sociedad pensamos somos en cierta forma, y tal vez sea este uno de los mensajes que nos quiere bajar la obra, que independientemente del desenlace de esta historia, en algún punto todos fuimos Juana y Nacho alguna vez. Melisa Rombaldoni

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