miércoles, 14 de julio de 2010

Reir para no llorar

Antes que me olvide, de Enrique Pinti Como en una procesión donde toda la gente se amontona y se esfuerza por avanzar, paso a paso la alfombra roja les da la bienvenida a nuevo mundo. Sentados en las butacas, observan como las increíbles arañas del Maipo giran y se esconden, al tiempo que se escucha el mensaje para que apaguen los celulares; se apaga la luz y comienza el show. Enrique Pinti es siempre una excelente opción y una buena excusa para pensar acerca de la política argentina. Cuando hablamos del teatro Maipo, no podemos dejar que asociar a Enrique Pinti y su último gran éxito “El Pingo Argentino” que realizó ahí. Resulta inimaginable creer que alguien pueda memorizar tanta cantidad de palabras, y decirlas a un ritmo vertiginoso. Pinti es uno de los mejores cómicos argentinos que desde hace años nos deslumbra con su inteligencia, sagacidad y una capacidad de reflexión y análisis sobre la realidad nacional, con la que nos hace reír para no llorar. Donde nos obliga a reflexionar y hacer memoria, donde nos demuestra que no todo tiempo pasado fue mejor, y que incluso en Argentina, el mundo del revés, las mismas mentiras perduran y cumplen su efecto haciendo que votemos una y otra vez, a los gobernantes de los que luego nadie se hace cargo. Como si en lugar de ser electos fueran colocados en el sillón de Rivadavia por un hada madrina que se empeña en castigarnos, y en lugar de dejar un zapato, el presidente o la presidenta de turno, se lleva todo lo que esté a su alcance. Total, los argentinos no tenemos memoria. Eso es lo que Enrique demuestra en cada función, a través de representaciones históricas, vastas de talento, con el ballet impecable del teatro Maipo, ilustra como pasan los años y no se aprende, y justamente no se aprende porque no se recuerda. Porque el argentino medio, está más interesado en considerarse europeo que en solucionar sus problemas de país tercermundista, se enoja Pinti. Se apasiona durante toda la obra, y grita, escupe, y transpira estirpe argentino. Esa estirpe de la que nos enorgullecemos, esa que le hace decir, semejante cantidad de malas palabras, pero ofreciendo como sólo él sabe hacer, una obra artística con ellas. Cada momento de la obra revela la hipocresía de una sociedad que se cree más de lo que realmente es. No porque sea poco, sino porque se miente así misma simulando ser algo distinto. Y la negación no es el camino del progreso sino todo lo contrario. Por momento es tanta verdad, que cuesta digerirla. Los espectadores sin embargo no dejan de reírse y cada tanto una puteada tan bien puesta, (como las que solía usar Olmedo) hace que la gente lo ovacione. Definitivamente Enrique Pinti es 100% argentino, pero no de los que se mienten a sí mismos, sino de aquellos que luchan para ayudarnos a recordar y así despertarnos de nuestro sueño de hadas. “Antes que me olvide” plantea justamente eso, la necesidad de tener memoria. La importancia de recordar la historia para no volver a cometer los mismos errores. Dirigida por Ricky Pashkus la obra está centrada en el Bicentenario y un personaje muy especial: el Alzheimer, muy bien interpretado por Gustavo Monje, que le va dando sentido a todo. En ocasión al bicentenario y habiendo presenciado semejante despliegue artístico el 25 de mayo, no viene mal, hacer una parada por Esmeralda y Corrientes y recordar un poco más profundamente como fueron estos 200 años de historia. A la manera de Enrique Pinti, quien tiene una marca registrada, un talento natural para decir las cosas más duras de nuestra sociedad, lograr que nos identifiquemos y nos riamos de ellas. Sin embargo esta vez no profundizó tanto en la historia como en otras oportunidades. Se puede decir que quizá hay conceptos que cuando uno ya vio varias obras de él, pueden resultar repetitivos. ¿O serán acaso su marca registrada? De todas formas es un espectáculo muy cuidado y con buena puesta en escena, por lo tanto para los fanáticos de Enrique no dejen de ir a verla, porque Pinti no los va a defraudar. Por Carina Polo

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